Surgió como de la nada, y como las buenas cosas en la vida, no necesitan mucho tiempo para salir adelante. Unas cuantas llamadas de teléfono. Aquí en Madrid, a Mallorca, a Coruña, a Niza, a Lanzarote…¿Eh? ¿por dónde andáis? , ¿cómo va esa vida? “Que cumplo 50, nada más y nada menos que 50” y hago un fiestorro, no una fiesta, un fiestorro. ¿Dónde? En Lisboa. ¿En Lisboa?…
Rosa Maestro
“Las mujeres de mi vida, y los hombres con los que no he…”, así se llama la fiesta. A ver ¿qué tienes que pensarte? La vida son dos días y nos queda medio. Cómprate un billete y te espero, viernes 30 de mayo.
Éramos 16, pudimos ir 12. Apenas se conocían. Rocío, mi primera amiga, de la infancia; y Jorge, la última adquisición en buenos amigos, en los de verdad.
La vida ha sido corta y muy larga, como para saber quiénes son de verdad y quiénes no. Muchos se quedaron en el camino, algunos no porque fuesen de mentira.
Les eché mucho de menos, porque la vida quiso que estuvieran menos tiempo a mi lado. Y me acordé de tí, mi buen José Manuel y tu hermosa Sevilla; o de tí, mi querido Julio y esa foto que tenemos con Pepe en Siria. ¡Cómo nos lo pasábamos! Otros simplemente, se fueron con la vida, se fueron con los años, pero lo peor es que se fueron del corazón.
Y los que no pudisteis venir… Tú, querida, que te conocí hace dos meses y entraste como un gran vendaval a formar parte de mi historia sin saber yo que llevabas mucho tiempo en ella, que andas resurgiendo de las cenizas y que espero que dejes pronto atrás, porque las cenizas fueron fruto del fuego que todo lo arrasó; o mi querido gran amigo de tiempos de venta de billetes de avión y viajes alrededor del mundo, a quien hubiese arrastrado al fiestorro si hubiese podido; o tú mi amiga de los treinta, que aún en la distancia estás cerca; o la tata, que la enfermedad le impidió venir, o mi gran amiga en Casablanca, sin la que no hubiese podido salir ilesa de la llegada de mi hija y que gracias a ella fue posible…
Y aquí que estábamos unos cuantos y unas cuantas… a algunas acechándoles los 50; otras, la aquí presente, recién cumplidos; y algunas habiendo atravesado ya la línea del Ecuador.
Y me di cuenta de que andábamos todos y todas un poco cabizbajos. Ya no somos tan jóvenes y parece como si tuviésemos que ser serios, responsables, padres, madres y aburridos las 24 horas del día. Hemos llegado a los 50 y habíamos dejado un poco de largo eso de fumar, de beber, de reír, de soñar, de sentir, de vivir… Bueno, vivir vivíamos pero un poco como dormidos, haciendo la digestión, en la siesta de la madurez.
Y he que me dije: “esto hay que moverlo, es muy pronto para irse a dormir”. Tanto trabajo, casa, niñas, ¡uff! ¡Qué coñazo! Y funcionó, 12 de nosotros lo conseguimos… Fuímos llegando escalonados, a la casa de Albertino…
Compartimos habitación con desconocidos, como si volviésemos a los 20 años. Nos reímos, comimos, bebimos, ligamos….Y fuimos felices. Fue un acicate. ¿eh chic@s?, ¡estáis despiertos!
Para muchos no era el mejor momento: relaciones rotas, relaciones tóxicas, relaciones aburridas, no relaciones; en el paro, en el trabajo de siempre, en el mobbing laboral de los 50 años; los problemas con los hijos, la hipoteca, los achaques (jajaja, las recetas se han incorporado ya a nuestras vidas).
Y de pronto Lisboa surge como ese cambio que tanto esperábamos… Un castillo, un tranvía, unos Jerónimos, el cotorreo, mi historia, la tuya, la de ella…los pastelitos de Belén, ese pedazo restaurante y “la pamela roja”.
Todos nos pusimos la pamela roja de la que hablaba Maruja Torres en uno de sus artículos. Pasados los 50 todas las penas, los malos rollos o las personas que resten y no sumen se tiene que quedar en el ala de la pamela, no pueden traspasar.
Es el momento de entender “que todo llega y todo pasa” y que lo “nuestro es pasar”. De vuelta a la vida, a la risa, a las ganas de hacer cosas, a las ganas de encontrar amantes, de cambiar el rumbo… Todavía nos queda mucho, medio año de los dos que venimos a vivir. ¡Aprovechémoslo!
Y todos cogimos el avión de vuelta, unos en una aerolínea, otros en otra; Carmen en uno que iba a 60 kilómetros hora….Pero volvimos siendo otros… seguro.
Y seguro que más de uno le está dando vueltas a eso de echarse un amante: el amante en la cama, el amante en el trabajo, el amante en la familia, el amante en los viajes, el amante en los proyectos, el amante en el buen vino, el amante en la buena comida….
Estoy segura de que os sobreviviré a todos. O eso quisiese (jajaja), pero si no fuese así, y alguno quedase por detrás por eso de que las grandes divinidades no me hiciesen caso…
Por favor, conmigo, dejaos de chorradas eclesiásticas, ni curas sermoneando, ni misas de esas recordatorias… Nooooo… Poneos la “pamela roja”, y nos vamos a celebrarlo y pasarlo en grande a Lisboa. Y digo nos vamos a celebrarlo porque no pensareís por un solo momento que me ibais a dejar aquí. ¡Me lleváis con vosotros!
En ese precioso jarrón chino y me empapéis en sangría de vino blanco y algo de caipiriña… y como ese año me habrá funcionado la operación bikini y me habré quedado en un suspiro, por favor, en una hamaca con vistas al mar y a los viandantes…
Sin duda alguna, a mis 50 años, la vida me ha regalado mucho… Me ha regalado grandes momentos, también malos momentos (de los que he sacado grandes vidas), he tenido, tengo y tendré una buena y cachonda vida, pero sobre todo me ha regalado dos tesoros: una gran familia y unos grandes amigos. ¡Qué más se puede pedir!