Cuando nos acercamos a una clínica de reproducción asistida y finalmente tenemos que optar por un tratamiento con donación de esperma o de óvulos, la primera pregunta que se nos viene a la mente es: ¿quiénes son los donantes de gametos?, ¿Cómo son los donantes de esperma?
No tardamos ni un segundo en imaginarnos al donante o a la donante: altos, guapos, ojos azules, con una gran personalidad, inteligente por supuesto, simpático/a, líder, deportista… En cierto modo no dejamos de imaginar al donante ideal y si es posible que se parezca a nosotros, o a nuestros familiares, porque el donante ideal siempre tiene rasgos parecidos a los nuestros.
Si el donante es una mujer, sin lugar a dudas, queremos que se parezca a nosotras, hasta tal punto que aquello que nos acompleja preferimos que la donante no lo tenga y es así que si de pronto la altura o el peso no es el que estaba en mente nos podemos llegar a bloquear.
Algo que para algunos puede parecer trivial, no lo es. El duelo genético es duro e importante hacerlo porque renunciar a nuestros genes, algo que socialmente se nos ha tatuado de forma tan intensa con frases como “es de nuestra sangre”, no es fácil desprenderse en cuestión de días.
Y eso que los datos que los bancos de gametos tienen sobre la personalidad de sus donantes no trascienden, porque seguramente si también se nos contasen, el bloqueo sería mayor.
Pero no tardamos mucho en bajarnos a la tierra, aunque nos den un formulario para escoger todo este tipo de características y explicarnos que suelen elegir un fenotipo lo más parecido siempre a la madre, somos conscientes que con estos datos no vamos a ir más allá de nuestra imaginación.
Pues bien, para alegría de muchas y para disgusto de muchos donantes tanto de esperma como de óvulos, las clínicas suelen elegir fenotipos estándar… es decir, no eligen donantes bajitos, ni con sobrepeso, ni con narices grandes. Y ahora, aquellas que utilizan la plataforma inteligente de Fenomatch aseguran que, entre los cientos y miles de donantes, el que es seleccionado por la herramienta es el ideal, el que más se acopla a nosotras/os.
Aunque también hay que tener en cuenta que por mucho que elijamos luego la naturaleza hace de las suyas e igual el bebé termina pareciéndose a un tatarabuelo que nada tiene que ver con el donante elegido. Claro, que también es cierto que en el momento que el bebé nace y lo tenemos en brazos, poco o nada importa ya la genética.
Podemos decir que la perfección en esto de elegir donante no existe pero que cada vez nos aproximamos más a ello y eso es posible gracias a la tecnología de plataformas como Fenomatch.