Ayer por segunda vez me quedé impávida con los ojos pegados a la pantalla mientras transcurría “Lo imposible”.
Sí, era la segunda vez, y en esta ocasión pude extrapolar la historia real que me contaban a través de la ficción y verla a través de las palabras de su verdadera protagonista que minutos antes de que la gran pantalla hiciese acto de presencia dijo: “Todos sufrimos a lo largo de nuestra vida un tsunami o varios.
El tsunami te hace volver a vivir, a valorar, a aprender…, el tusnami te devuelve a la vida, a la de verdad”.
Rosa Maestro
Y recordé y lloré los tsunamis de mi vida, las gigantescas olas con las que a veces me he enfrentado, de cómo llegaron a veces de la noche a la mañana, sembrando ausencias (que como dijo Julio Cortázar, ausencias que representan un triunfo), de cómo arrasaron todo y se llevaron de vuelta al mar tanto… recuerdos, algunos buenos, otros no tanto.
Y mientras trataba de sobrevivir entre tsunami y tsunami, también recordé todo lo bueno que trajeron a mi vida, llegaron con cambios, algunos vertiginosos, y trajeron nuevos momentos, mucho mejores que los ya vividos.
Sobrevivir al tsunami es complicado, es lo más duro porque lo más fácil es dejarse llevar, dejarse vencer….Y casi imposible en algunos tsunamis es ver el resquicio de luz por el que sacar el brazo, y luego el cuerpo, y por último la mente.
Ah! Y volver a meter la mano para rescatar al corazón.
¡Y cuánto se aprende! Sobrevivir a un tsunami es la mejor universidad, lo enseña todo… enseña la fragilidad del minuto, del segundo, el único tiempo necesario para que la noche se convierta en día o el día se convierta en noche.
Uno no quiere tsunamis en la vida, huimos de ellos, como si del mismísimo demonio se tratase; y en cambio, hay veces que son tan necesarios. Muchos de ellos fueron imprescindibles, vitales si se elige vivir, vitales si se elige sentir, vitales si se elige valorar, vitales si se elige la intensidad.
Ya no tengo tanto miedo a los tsunamis…si no llegan, inconscientemente les llamo…solo que me pillan más cansada, pero sabiendo mejor como sacar el brazo por el resquicio de luz para volver a la vida.
Tsunami, sinónimo de luchar en la vida. Tsunami, sinónimo de tener miedo, incluso pánico y saber cómo vencerlo. Tsunami, sinónimo de aprender de tantos héroes anónimos que todos los días eligen la vida frente a las ganas de morirse, muchas veces en vida.
Muchas veces nos sentimos tan adentro de un tsunami que como dijo su protagonista: “no sé qué coño hago aquí metida”, muchos golpes, mucha angustia, mucha oscuridad….Una se cabrea con la vida, hasta que…. la vida deja de ser una mierda y se sale a la superficie.
La vida no es una mierda, simplemente es efímera y son pocas las veces en que una se para y piensa que todo puede cambiar en un segundo, que todo es tan efímero como la propia vida, … solo cuando se está en pleno tsunami, una se detiene a veces y piensa, que todo acabe en un segundo….y es cuando también una se da cuenta de que a veces la vida no es tan efímera.
Se tarda ese tiempo, inevitablemente necesario, en volver de un tsunami…Llega la reconciliación y el retorno a la vida con lo aprendido… después de los golpes, de las amputaciones, de los hundimientos… y la resaca, después de la resaca.
¡Cuánto se aprende en la resaca!, como dice su protagonista, “es muy fuerte, tiene una potencia muy fuerte, pero deja ver”,…deja ver la razón de la vida, de tu vida. Y emerges solo, porque quien no emerge no venció el miedo, y quien no vence el miedo no elige la vida.
Para vencer el miedo, hay que elegir lo que ella eligió, el humor… ríete hasta de tí misma, es el mejor flotador para sobrevivir al tsunami. Pues eso, que tu vida, como la vida misma, es mucho más que una película de desastres….