Son muchas las ocasiones en la vida en las que ocurre algo, algo inesperado, o esperado aunque no quisiésemos que lo fuese, que hace que rompamos las cadenas que nos tenían esclavizados a unos mismos sentimientos, a una misma forma de vivir.
Son muchas las ocasiones en las que una se sienta en el sofá de su casa, se mira en el espejo y se dice, esa no soy yo… ¿qué me ha pasado?
Son muchas las ocasiones en la vida en la que dejamos de vivir nuestras vidas para volcarnos en las de alguien, o en la de los demás. Y nos olvidamos de nosotras mismas.
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Hoy he querido volver a nacer, volver a ser niño y he comenzado a leer El Principito, para volver a creer, volver a ver una boa digiriendo un elefante en lugar de un sombrero.
Un niño olvida rápido y cree en la magia aún más rápido. Y yo he vuelto a creer en la magia.
He dejado de verme mayor, como hacía tiempo que me veía, para reencontrarme con mi niñez, con la ilusión, con el deseo, con la esperanza…
Rotas las cadenas volveré a encontrarme bella, a encontrarme inteligente, a encontrarme mujer. Rotas las cadenas, volveré a creer, porque son muchas las cosas que quedan por vivir, las cosas que nos quedan por sentir, por disfrutar, por probar.
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Son muchos los sentimientos aún no vividos y que no hay que dejar que pasen de largo para que los disfrute otro pasajero de la vida.
A lo largo de todos estos años son muchas las veces que dejé de creer, las mismas que volví a hacerlo.
Son muchas las que creí que a mí no me tocaba ser feliz, las mismas que luego lo fui, muchas las que no confíe en mí, las mismas que me hicieron volver a confiar; y millones las que dejé de quererme, las mismas que me miré en un espejo y volví a quererme.
Rotas las cadenas, vuelvo a querer creer, vuelvo a querer amar, vuelvo a querer sentir, vuelvo a querer esperar… Y todo porque las personas que eligen vivir no se conforman con un no, mucho menos con “es lo que hay”.
Porque lo habitual es resignarse, conformarse, y tratar de hacer lo que hacen los demás, vivir como viven los demás.
Ser diferente cuesta, ser diferente no es cómodo, ser diferente duele…pero para aquellas personas que estén pensando si seguir en el tren de la vida común o cambiarse de vía para coger el de la vida, el de la suya, para esas personas decir que duele más dejar pasar la vida sin ser vivida como uno quiere, como uno desea.
Somos frágiles, yo también soy frágil y muy sensible, pero de la fragilidad y el sentimiento se sale valiente.
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Son muchas las veces que creemos que ya hemos vivido todo lo que teníamos que vivir, y que no es cierto, porque nos queda por delante una vida llena de aventuras, y todo lo que venga a partir de ahora será sano, será lo que deseamos que sea, y no lo que otros deseen que sea.
No lo hemos tenido fácil, pero tampoco difícil. Muchas veces somos nosotros quienes lo hacemos fácil o difícil. No creas que tu novela ha terminado ya.
Nos quedan muchas cosas por conocer, por sentir, por disfrutar, por amar…nos queda mucho que llorar y también que reír. Nos quedan muchas aventuras por vivir…
Rotas las cadenas, no dejaré nunca de buscar, para encontrar siempre lo que busco. Para tí y para mí, está a punto de llegar …