Cuando echo la vista atrás recuerdo aquellos momentos en los que dudé si mi deseo de ser madre era tan fuerte como para traerte a este mundo en una familia diferente. Noches de dudas, de pensamientos, de ilusiones, de frustraciones…. Hasta que un día, un 12 de octubre decidí que mi deseo seguiría adelante.
Fueron muchos momentos de silencio en los que me preguntaba cómo serías cuándo crecieses, qué te parecería mi decisión de familia monoparental, si serías feliz, si echarías algo en falta… Y ahora, once años más tarde cuando te oigo decir: “Mamá, me encanta mi familia de tres: tú, mi hermana y yo”, me pregunto qué fue lo que tanto me pregunté.
No concibo mi vida sin ti. No, sería imposible. No concibo estos once años sin ti,no hubiesen sido los mejores de mi vida. No concibo mis noches sin ti porque ningún abrazo sería igual. No conviva más risa que felicidad mayor que la que tú me has dado durante todos estos años.
Han sido once años en las que lo hemos hecho todo juntas. ¡Quién diría que me apoyaría tanto en ti, en tu risa, en tu inocencia, en tu alegría!, cuando las cosas iban peor dadas. Lo hicimos todo juntas, incluso traer a tu hermana junto a nosotras. ¡Y has sido tan fuerte!, porque eres fuerte y segura…. Y eso me hace aún más feliz, porque como siempre te digo: “ a quién más tienes que querer en esta vida es a ti misma y entonces podrás querer a mamá, a tu hermana y a los demás por encima de todo”
Estás a punto de dar un giro de ciento ochenta grados. La adolescencia acecha ya con ganas, lo veo en tu mirada. Y quiero juntas; aunque deje de ser tan importante para ti y lo sean tus amigos, tus novi@s, tus estudios, que sigas ahí, conmigo, juntas… que estos años que vienen los sigamos pasando tus viajes, tus proyectos…. En la distancia quiero que sigas ahí, como hasta ahora… que todo lo hagamos juntas. No concibo mi vida sin ti.
Por eso, cuando echo la vista atrás, solo puedo pensar en lo mucho que me hubiese perdido si el miedo hubiese sido más fuerte que mi deseo de tenerte.