Hijos nacidos por donación de gametos.
Aún recuerdo aquellos días, meses, años en los que en mi mente la idea de ser madre se tejía en cada instante. Era tan grande que nada impediría que lo fuese, ni siquiera no contar con una pareja.
Lo observé todo, lo leí todo, lo analicé todo y, de pronto, un día estaba embarazada…. Pasé a ese estado de quietud que genera el encuentro después de una búsqueda intensa.
Y pasé a comérmelo todo, a leer todo lo que tenía que ver con el embarazo, el desarrollo del bebé, síntomas, parto, post parto, lactancia…
Rosa Maestro @rmaestrom
Como el que no quiere la cosa, me vi sumida en un nuevo estado después del parto… la crianza 24 horas. Mi bebé era todo, todo lo que necesitaba y todo por lo que me levantaba y me acostaba.
Vivía intensamente mi maternidad. La disfrutaba como nada. … y el bebé era totalmente receptivo…
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También como el que no quiere la cosa, un día mi madre me preguntó: ¿cómo se lo vas a contar?… ¿El qué?, pregunté…. “Lo del donante, hija, lo del donante”, comentó mi madre. “No pensarás que va a ser toda la vida así… habrá un día en qué preguntará”.
Estaba tan sumida en mi maternidad que no reparé ni por un momento en que tendría que preparar una respuesta a esa pregunta. Siempre había hablado abiertamente en todo mi entorno de ese otro yo, del donante de esperma.
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Y me sentía profundamente orgullosa de mí, de mi hija, del donante de mi hija. Claro, que algún día hablaría e igual todo lo que yo daba por hecho desde el silencio y la mímica, no encajaba del todo en su pequeño pensamiento y habría interrogantes.
“Pues la verdad es que no sé”, contesté… No me lo he planteado así muy en profundo… Supongo que contándolo, con toda la naturalidad del mundo, como algo más que forma parte de nuestras vidas.
Y tal y como lo pensé, lo hice… La peque creció y hablaba, cantaba, preguntaba, por todo, y por todo siempre había un por qué…. así que un buen día de viaje, mientras le contaba una y otra vez el cuento de los tres cerditos, aburrida de destruir casas de paja y madera…. dije: ¿quieres que te cuente el cuento de tu nacimiento?
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“Sí, sí…. cuéntame como nací”. Y empezamos a contar, ese cuento precioso de su nacimiento, que sin darme cuenta había sustituido al de los tres cerditos….
Ya no era cuéntame el cuento de los tres cerditos, sino “mami, cuéntame el cuento de mi nacimiento”… Como cuando hacemos un bizcocho, puse todos los ingredientes sobre las hojas del cuento (mamá, el médico, el donate, la semillita, la tripita gorda, y ella, lo más importante de la historia, ella).
Los ingredientes encajaron unos con otros a la perfección… Luego fuimos incluyendo más ingredientes, a medida que crecíamos, ella y nuestra historia.
Y hablamos de mamá, de su vida, de sus amores, o desamores….de por qué eligió no tener pareja cuando quiso tener familia, de los diferentes modelos familiares, de la libertad de elegir, de lo importante que es quererse a sí misma, de la no necesidad a compararse con los demás y mucho menos con lo que ellos tienen y nosotras no, porque nosotras tenemos mucho, lo tenemos todo y lo tenemos mejor…
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Del donante, de su fantasma, de su identidad, de su anonimato, de su generosidad…
¿Cómo y cuándo me preguntan muchas veces tengo que contárselo? No hay un cómo y cuándo, sino muchos… cada una de nosotras dentro de nuestro amor por ellos vamos a encontrar la forma, el momento, y los ingredientes para hacer que su historia sea importante, que su historia sea interesante y digna de ser amada…
Nuestros orígenes que nuestros padres, abuelos,… nos cuentan, y esas historias que nos cuentan con tanto amor sobre la abuela o la bisabuela, van tejiendo nuestro amor hacía ese pasado del que tan orgullosos se sienten nuestros padres, indistintamente de cómo sea….
Llegamos hasta a identificarnos con parientes que no conocimos, sino a través de los chascarrillos, de las anécdotas, del amor que desprendían las palabras de quien nos lo contó.
Amar nuestra historia de amor hará que ellos también la amen…. no ocultar los ingredientes de ese bizcocho y saber que todos ellos son importantes o sino no será un buen bizcocho, harán posible que su historia sea única, como única fue la nuestra.
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