“LLega el momento de la exploración ginecológica. Me subo al burro (camilla o burro de parto). La ginecóloga me examina delicadamente poco a poco, sentía dolor debido a la sequedad vaginal provocada por la amenorrea.
Se percata de que algo no iba bien. Sin anestesia, me dice a bocajarro (palabras textuales): “Tú, tú vas a tener problemas el día de mañana para quedarte embarazada“. O lo que es lo mismo: ¡LO VAS A TENER CHUNGO PARA TENER HIJOS EN EL FUTURO!
Me pilló desprevenida. No me esperaba para nada esta mala noticia, fue un sorpresón, un jarro de agua fría. Un mazazo para mí. Me quedé en shock”.
Mi reloj biológico y mi reloj personal
“Pasadas dos semanas, volví a la clínica. Le puse en antecedentes: le comenté que había padecido amenorrea durante varios meses, que había percibido algunos síntomas como sofocos e insomnio durante el verano, y que había vuelto a tener la menstruación recientemente gracias a unas pastillas hormonales. Por su cara me dí cuenta de que algo no iba bien, pero no sabía el qué. Comencé a preocuparme.
Volvimos al consultorio, me da los resultados del test, y me dice que tengo baja reserva ovárica. Me quedé impactada. No entendí ese término, le pregunté qué quería decir eso. Para más inri, me dice que tengo los óvulos de una mujer de 40 años, y ni si quiera había cumplido los 30, tenía sólo 27 añitos. Dicen que la edad es un número, en mi caso una desincronización entre mi reloj biológico y el personal, o lo que es lo mismo, mi edad no estaba en concordancia con mi cuerpo”.
“La ginecóloga me animó diciéndome que todo aún no estaba perdido, y que a pesar de tener una reserva ovárica limitada, cabía la posibilidad de estimular los ovarios y congelar los ovocitos en dos veces. Por lo que me preguntó si estaba dispuesta a continuar y llevar a cabo la vitrificación, en el caso de que mi deseo de ser madre aún estuviese vigente. Considerando que, aparentemente sería más fácil quedarse embarazada por debajo de los 35 años con una reserva ovárica baja, que por encima de los 40 años con una reserva ovárica normal o alta”.
El camino de una guerrera: la aceptación
“Nunca había oído hablar de fallo ovárico, hasta que no vi en esa tesitura. A día de hoy, el concepto duelo genético ni siquiera tiene una entrada propia en la Wikipedia. No es un fenómeno tan reciente como para no tenerla, la verdad.