La necesidad de tener que recurrir a la reproducción asistida para formar una familia no deja de ser igual a cualquier otro proyecto vital de la vida… que cuando el camino se hace cuesta arriba y resulta difícil nuestro objetivo, no siempre lo contamos.
La tendencia más común es la de sufrirlo consigo mismo. Y los sentimientos de angustia, desesperanza, incertidumbre, frustración, miedo aparecen… emociones que según algunas investigaciones parecen ser mayor en las mujeres.
Rosa Maestro @rmaestrom @Masola_Org
La esterilidad sigue siendo tabú porque todavía se asocia la fertilidad masculina con la virilidad, porque la maternidad se sigue considerando prioritaria como parte del rol social de la mujer y porque no poder tener hijos aún se ve como una vergüenza más que como un problema médico.
Recurrir a la reproducción asistida no es fácil ni para las parejas heterosexuales, ni para las parejas homosexuales ni para las mujeres u hombres que se acercan sin pareja a ella para formar una familia.
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Requiere de un tiempo largo, a veces más del que se desea, para tomar la decisión; romper con el concepto de concepción natural y también de familia clásica, tener dinero ahorrado para la inversión y, en muchos casos, estar dispuestos a acudir a un psicólogo especializado en reproducción asistida que nos acompañe en las dudas, los miedos, los fracasos…
A todo esto hay que unir el hecho de que en reproducción asistida las personas saben cuándo comienzan pero no cuando terminan. Un cumulo de tratamientos sin resultado positivo puede causar un desequilibrio emocional que acompañe al económico (los tratamientos conllevan no solo el coste emocional sino también el económico)
“Cuando intentamos emprender cualquier proyecto vital, y el camino se nos hace cuesta arriba… y no nos es fácil conseguir nuestro objetivo, no siempre lo contamos”.
Y sin embargo, según este trabajo, independientemente de las diferencias que existen entre países debido a las restricciones legales y la tradición cultural y religiosa, las personas que realizan un tratamiento de reproducción expresan una necesidad común: compartir su problema con su entorno más cercano.
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Y de alguna manera lo hacen, con la familia y/amigos en porcentajes similares, en una media del 77 por ciento de los casos. Sin embargo, aunque en la mayoría de los casos el tema se comparte, también es habitual que no se quiera detallar el tipo de tratamiento realizado ni participar abiertamente en medios de comunicación.
“La necesidad de desahogarse está ahí, al margen de lo que esté bien visto socialmente. La esterilidad y/o no conseguir un embarazo tras diferentes tratamientos de reproducción asistida toca aspectos muy hondos del ser humano y verbalizar los sentimientos se acaba haciendo necesario, incluso en los contextos más difíciles”.
Muchas personas “tienen miedo a comentarlo, añade, porque no saben si finalmente necesitarán recurrir a la donación de gametos y eso dificultará la aceptación de su entorno, incluso del más cercano.
Tampoco saben si llegado ese caso se lo dirían o no a su futuro hijo, y sienten que al contarlo, podrían comprometer lo que en un futuro ese niño vaya a oír.
Los psicólogos especializados en reproducción asistida aconsejan “decir siempre que están haciendo tratamiento pero que decidan ellos cuándo y cómo y que lo hagan sin dar detalles, pidiendo únicamente apoyo, discreción y respecto, sin juicios ni comentarios”
Según un trabajo anterior realizado por el equipo de Institut Marquès en 504 parejas de 27 países, el 65 por ciento de los pacientes consideran que el tratamiento les ha unido más a su pareja, un aspecto en el que tampoco se revelan diferencias entre países.
Está claro que cuando se lleva con tanta discreción, “tampoco tenemos posibilidades de expresar nuestros sentimientos en un momento puntual, por ejemplo con la prueba de embarazo negativa, y nos sentimos solas.
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Pero por otro lado, es muy beneficioso, ya que no tenemos que estar dando explicaciones de por qué esta vez no funcionó..por qué aún no tengo hijos…
El problema está, en que no sabemos cuánto tiempo más tendremos que compartir esta situación con nosotras mismas, cuándo se terminará esta agonía del niño que no llega, y cuándo podré decirle al mundo que “Estoy triste”.
Esta situación se agrava un poco más, cuando tenemos pareja, o sea alguien que sin dudas sabe por lo que estamos pasando, pero no nos sentimos acompañadas por nuestra el compañero o la compañera.
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¿Qué podemos hacer entonces?
- Saber que no todos procesamos las situaciones estresantes de la misma forma. Las diferencias de género entre hombres y mujeres, cuando se trata de dificultades para concebir, son muy grandes. Las mujeres tienden a expresar más sus emociones, a llorar más, a permitirse estar tristes. Los hombre sin embargo, tienden a presentarse más pragmáticos, a sentir que “deben” ser el sostén de la pareja, y por tanto, no suelen permitirse estar tristes o desganados (aunque lo canalizan con otro tipo de conductas, como conducir más rápido de lo habitual, beber más alcohol del habitual, …)
- Contar con el apoyo de un profesional experto en reproducción humana asistida es muy importante. ¿Por qué? Porque dispondremos de un espacio para poder sentirnos acompañadas, escuchadas y trabajar en estrategias para sentirnos mejor.