Las nuevas madres solteras
Cuando hace años decidí ser madre soltera por decisión propia en lo que menos pensé fue en si al resto del mundo le parecía bien o mal.
Siempre elegí vivir la vida que yo quise y formar la familia que yo deseaba formar.
Me enorgullece como cada vez más mujeres se dejan influenciar más por sí mismas que por su entorno o por lo establecido socialmente como normal.
En la actualidad, cada vez son más las madres solteras que viven orgullosas su monomarentalidad.
Rosa Maestro @rmaestrom
No es algo que históricamente hayan podido decir muchas mujeres ni mucho menos elegirlo.
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Hasta hace muy poco, casi podríamos decir que antes de ayer, una mujer que tenía un hijo sola era castigada socialmente, humillada, e inclusive arrinconada.
No puedo decir nada mejor de aquellas que no encontraban pareja y se quedaban como vulgarmente se decía “para vestir santos” sin opción alguna a ser madres.
La frase se las trae, y también nos dice mucho de donde se las trae y quienes la traen.
Hemos avanzado, sí. Aunque aún haya colectivos a los que les parezca aberrante que una mujer tome la decisión de tener un hijo sola y de un donante de esperma.
Aún hay gente que cree que nuestros hijos, que mis hijas crecen con frustración, desilusión y en discriminación porque su familia es monoparental.
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Curiosamente suele ser el mismo colectivo que luego nos quita y nos resta nuestros derechos políticos y económicos como familia.
También son los mismos que a nosotras, que a mí me tachan de egoísta y llegan a decir tan ilustres frases como: “tu hija no ha nacido del deseo“; desde luego del de ellos no, del mío por supuesto.
Claro que dejando a un lado al grupo que decide no salir de su zona de confort mental por miedo al respeto y la libertad del otro, en estos dieciséis años que han pasado desde que fui madre he visto cambiar mucho el cuento.
Durante los primeros años de mi maternidad me las vi a solas con esto de “madre soltera de un donante de esperma“, pero muy orgullosa de mi decisión y de haber sido capaz de elegir cómo quería vivir.
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Cierto que a cierta edad pensé como todo el mundo en tener una familia al uso, con papá y mamá, con casita adosada, con carrito en el Carrefour los sábados y niñas con lazo grande en pelo, con mono volumen y comidas y cenas familiares.
Cierto también que según me venía a la mente, yo misma bostezaba de lo poca aventurada que iba a tener mi vida y de lo poco que iba a poder escribir sobre ella. Una siempre se inclinó hacía el riesgo, pese a lo que éste conllevase. Así que en cierto modo ya de siempre elegí no ser madre al uso.
El caso es que como el “chico bueno y trabajador” que tanto me invitaba mi abuela a tener por novio para tener una vida tranquila y no como la de mi otra abuela con un “gañan más que galán” a su vera, no lo encontraba y si lo encontraba lo rechazaba, aunque en mayor medida no lo buscaba.
Y así fui sorteando una relación de las que ahora llaman tóxica tras otra, hasta que un día deje la adición tóxica al desamor por una maternidad alternativa.
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Desde aquellos días han pasado muchos en los que cada vez más mujeres han dejado de sentir que ser madre soltera es la última opción para creer que simplemente es una más; mujeres que han roto la barrera del miedo y han dicho sí a una maternidad en solitario cuando no han encontrado a la pareja adecuada.
Sin embargo, lo que más me enorgullece no es ese elevado número de mujeres, cuatro de cada diez, que acuden a una clínica para ser madres solas; o ese enorme grupo que formamos las madres solas por adopción…
No, lo más grande es ver como las madres solas por decisión propia cada vez son mujeres más seguras, grandes profesionales, luchadoras por sus derechos y por sus hijos, orgullosas de su decisión… Mujeres que no dejan de ser mujeres guapas, altivas, divertidas, geniales y explosivas. Mujeres atrevidas, independientes, asertivas y empáticas.
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Si alguien pensó que entre nosotras se albergaría un gueto… se equivocó. Ahí están, ahí estamos abriendo puertas, dando cara a la monomarentalidad, gritando a los cuatro vientos: sí, somos madres sin pareja, porque así lo elegimos. Somos madres, pero sobre todo, somos mujeres felices.