Ellos donan por 50 euros a la semana, ellas por 1.500 por cada vez
El retraso de la maternidad ha disparado la donación de óvulos y esperma. Las mujeres que deciden ser madres en el umbral de los 40 años son cada vez más, edad en la que ya ha comenzado la cuesta abajo de la fertilidad.
En la actualidad, tres de cada diez parejas que se someten a un tratamiento de reproducción asistida requieren de óvulos o esperma donado para tener un hijo, sin contar el creciente número de mujeres sin pareja que deciden ser madres por ovodonación como consecuencia al retraso de su decisión y el envejecimiento de sus ovocitos.
Gracias a la actual crisis económica, las posibilidades han aumentado como consecuencia de una constante y creciente demanda de donantes. Ellos lo hacen por 50/70 euros, ellas por 1.000/1.500 euros.
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La primera vez que se utilizó un tratamiento de fertilización con donante de óvulos fue en 1983; aunque la primera inseminación artificial con esperma donado se remonta a 1884, en un caso en el que el paciente varón sufría azoospermia posgonocócica, consiguiéndose la gestación.
Por aquel entonces, nadie podía imaginar el alcance que tendrían los tratamientos de reproducción asistida por donación.
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Hoy en día, y según datos de las clínicas especializadas, una de cada diez parejas que se someten a un tratamiento reproductivo necesita de óvulos o esperma donado, sin tener en cuenta el creciente y constante aumento de mujeres solas que se someten a este tipo de donaciones para ser madres.
No es de extrañar ya que la tasa de embarazos con donantes se incrementa en un 55 por ciento, frente a un 38 por ciento en fecundaciones in vitro con óvulos propios y un 25 por ciento en inseminaciones artificiales, según informes de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), que se remontan a finales de 2006, y que en 2009 serán superiores.
¿Por qué? Tan sencillo como que los donantes suelen ser personas muy jóvenes con una tasa de fertilidad muy elevada. Cierto es también que los embarazos múltiples con estas técnicas superan el 40 por ciento ya que la implantación suele ser de dos o más gametos para aumentar las probabilidades. En España, la Ley solo permite la implantación de un máximo de tres. Leer también: "Iki Robles nos cuenta su maternidad por ovodonación"
Un precio elevado
Su coste es elevado en la sanidad privada, en torno a los 8.000 euros por ovodonación, o 5.000 por donación de embriones, frente a los 6.000 de una fecundación in vitro o los 1.500 de una inseminación artificial.
Las mujeres sin pareja, pese a que la actual Ley de Reproducción Asistida las ampara en igualdad de condiciones, prácticamente siempre tienen que recurrir a la sanidad privada porque aún son muchas las comunidades autónomas y los ginecólogos de la sanidad pública que ponen impedimentos cuando solicitan un tratamiento reproductivo.
Tampoco lo tienen fácil aquellas que superen los 40 años o aquellas que ya tengan un hijo. Rápidamente son derivadas a la sanidad privada, pese a que la actual Ley de Reproducción no limite este tipo de tratamientos a su edad. Sin embargo, si lo hace la sanidad pública, amparándose en el artículo 3 de la misma Ley, según fuentes del Defensor del Paciente, que dice que “los tratamientos de reproducción asistida se realizarán solamente cuando haya posibilidades razonables de éxito”.
Ana Martínez, solicitó este tipo de tratamiento a través del acuerdo que la Asociación de la Prensa de Madrid (de la cual era socio) tiene suscrito con la seguridad social y le fue denegado.
El motivo, “la edad, se ampararon en que como tenía 43 años no podía optar al igual de las demás socias con menor edad que yo. He escrito a muchos sitios, reclamando mis derechos. Solo se ha molestado en escribirme el Defensor del Paciente para contarme lo del artículo 3 de la Ley.
Curioso que en la sanidad pública las probalidades de éxito estén por debajo de los 40 años, mientras en la privada se han establecido por debajo de los 50.
Como de costumbre la sociedad va por detrás de la ciencia y, hoy en día, las probabilidades de éxito con 41 y por donación de óvulos pueden ser mayores que a los 30 con un problema de fertilidad.
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“A mi entender, la sanidad pública, la privada, o los seguros médicos, deberían atendernos a todos con igualdad, o no atender a nadie, pero no discriminar por condición sexual, estado civil o edad”, dice Maestro
¿Quiénes donan?
No todo el mundo puede donar sus células reproductoras. Los requisitos son tener entre 18 y 35 años, no tener problemas fisiológicos (ninguna enfermedad de transmisión sexual, enfermedades congénitas ni hereditarias por vía genética).
Pero además, una persona puede ser rechazada como donante si no supera un test psicológico, o en el caso de las mujeres también porque en el momento en el que se decida a donar no exista receptora de ovocitos con el fenotipo de la paciente.
Tampoco se mezclan etnias, lo que significa que si en un momento dado no hay receptoras de una determinada raza, no se podrá iniciar la estimulación ovárica de una donante de esta raza.
Una curiosidad a este respecto es el semen de los españoles, del que se dice que aunque es de los de peor calidad, es uno de los más efectivos.
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Los donantes son sometidos a diferentes pruebas para escoger entre todos a los mejores, a los que cumplen con los altos estándares exigidos.
A los hombres, por ejemplo, se les realiza pruebas de calidad y cantidad de espermatozoides, movilidad, cantidad por centilitro y sobre todo, para comprobar qué número de sus espermatozoides sobrevive a la ultra congelación.
Tan solo un cinco por ciento de los hombres que se ofrecen como donantes son aceptados.
“Encontrar al donante adecuado es una tarea compleja, necesita su tiempo, y mucho más en los que respecta a las mujeres, cuya espera de una donante podría llegar a superar los seis meses. Se intenta buscar donantes compatibles con la receptora. Existe también la opción de recurrir a la donación de embriones, que son los sobrantes de parejas que ya se han sometido anteriormente a un tratamiento de fertilidad y que donaron aquellos que ya no iban a utilizar”, nos cuentan los especialistas de las clínicas de reproducción asistida. Por otro lado, los donantes en España, no pueden tener relación familiar con los receptores.
Las mujeres menos
La extracción de óvulos en las donantes requiere de un tratamiento previo de estimulación ovárica más invasivo, además de la intervención con anestesia.
La extracción de esperma en los hombres no requiere de tratamiento previo. Este es el motivo por el que, según Lourdes Yánez, ginecóloga especializada, “siempre es más difícil encontrar donantes de óvulos que de semen, ya que el procedimiento es más complicado para una donante que para un donante. A una mujer le cuesta más decidirse a ser donante porque se tiene que someter durante diez días a inyecciones y a una punción ovárica, por lo que es más reacia. El hombre, tan solo tiene que donarlo mediante placer solitario”.
Así, mientras en las mujeres un 74 por ciento declara que no donaría sus óvulos, el porcentaje se reduce en un 49 por ciento con respecto a los hombres, según una encuesta realizada por centros de reproducción asistida. “Ahora bien, es cierto que en tiempos de crisis, como el actual, el porcentaje de ovodonación o donación de semen aumenta. Hay más paro, y tanto mujeres como hombres tienen más tiempo para acudir a los centros de reproducción y más necesidad económica”, afirma Lourdes Yánez.
La donación es gratuita, sin ánimo de lucro; sin embargo, como compensación a las molestias, ellos reciben 50 euros por muestra y ellas unos 1.000 euros por donación.
Este es su lado más materialista. Sin embargo, para algunos donantes, como Alejandro Moreno, donante de esperma en varias ocasiones que “no hay que olvidar, y sin entrar a valorar cualquier cuestión ética o moral, que son temas muy personales y que al igual que donamos sangre u otros órganos, muchos de nosotros lo hacemos por facilitar a muchas familias que no pueden tener hijos y lo desean, tenerlos”.
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¿Cuántas veces se puede donar?
Juan Antonio García Velasco, director de la clínica IVI de Madrid, aconseja, en el caso de las mujeres que el número de donaciones no supere las tres, “aunque en esto influyen muchos factores como la edad, su historia reproductiva… Lo cierto es que aunque la calidad ovocitaria siga siendo buena, no se recomiendan más de tres o cuatro donaciones”.
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“En el caso de los hombres, acuden una vez por semana para dejar una muestra y esto lo hacen aproximadamente durante un año y medio. Cierto es que no todas las muestras son para donación, algunas se utilizan para investigación. En ambos casos, la donación terminaría en el momento en que tuviesen seis hijos nacidos vivos, inclusive los propios, de acuerdo a la actual Ley Española en materia de reproducción asistida”.
María José Gómez, de 33 años, ha donado ya en cuatro ocasiones. “Tienes que dar un tiempo mínimo de tres menstruaciones, dice, para repetir la donación”. Para ella, la motivación fue únicamente económica. “La primera vez que doné fue justamente después de separarme. Necesitaba dinero. Me hicieron todas las pruebas pertinentes y me dijeron que era apta. Su familia estuvo informada en todo momento y no ha tenido problemas al respecto. En un futuro no muy lejano desearía tener hijos propios”.
El caso de Paula Santos, de 28 años, es diferente. Ha donado en tres ocasiones y la primera vez lo hizo porque vio un cartel en la Universidad que pedía donantes de óvulos. Llamó, se informó y pensó: “que mejor que ayudar a una pareja que no puede tener hijos”.
Su entorno no lo sabe porque “se que lo verían mal”. Ahora, con el tiempo se alegra mucho más de su decisión porque tiene un caso reciente en su familia que ha tenido que recurrir a la donación. Paula tiene en mente donar en un par de ocasiones más y luego, en el futuro, no descarta tener hijos propios.
La importancia del gen
Cierto es que cada vez se habla de forma más abierta de hijos adoptados, de hijos por donación de óvulos o de madres sin pareja que recurrieron a la donación de esperma.
Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer en estas cuestiones en las que la sociedad siempre va por detrás de la ciencia. Paula Santos lo tiene claro, “no son sus hijos, son los hijos de las mujeres que los gestaron porque de ella simplemente llevan su carga genética y, una madre es mucho más que un gen”.
Giuliana Baccino, psicóloga en reproducción asistida afirma que “cada vez hay más sensibilización sobre este tema. De hecho la gran mayoría de las donantes de óvulos comentan que quieren donar porque tienen algún amigo o familiar que ha tenido que recurrir a ello. Los donantes suelen decir: me gustaría que alguien lo hiciese por mí si yo lo necesitara”.
También hay muchas mujeres, dice Baccino, “que prefieren someterse a múltiples tratamientos de reproducción asistida con sus propios óvulos antes de aceptar un óvulo donado. Los hombres no tanto, siempre son menos reacios a aceptar el esperma de un donante”.
Muchas de las parejas o mujeres que buscan donantes necesitan de asesoramiento y apoyo psicológico para evitar futuros problemas emocionales.
Son las propias clínicas las que insisten en muchas ocasiones en que sus pacientes reciban este apoyo antes, durante y después del tratamiento.
Para la doctora Baccino, “existe mucha fantasía sobre lo que es la carga genética y lo que afecta al futuro desarrollo intelectual, social y emocional del niño. La realidad es que lo que mayoritariamente aporta la carga genética son las características físicas y la predisposición a potenciales enfermedades. La evidencia científica actual indica que el desarrollo del niño en todos sus ámbitos está mayoritariamente influenciado por su crianza y por el vínculo afectivo con sus padres, más allá de sus genes. La importancia de la carga genética es un tema básicamente cultural”.
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Pacto de silencio
Una pregunta generalizada es: ¿si las leyes cambiasen y en un futuro los hijos de donantes pudiesen conocer a los hijos nacidos de sus donaciones, cómo sería la reacción de donantes e hijos donados?
Para Baccino, “la población española no está preparada para esto. No podría ocurrir lo mismo que ha ocurrido recientemente en Gran Bretaña. Los donantes y receptores están muy de acuerdo en el anonimato y sería muy diferente si la donación no fuese anónima”.
En la actualidad, la ley es clara: ni los donantes reciben información con respecto a los hijos nacidos, ni las receptoras acerca de sus donantes; no se pueden vender las células reproductoras y tienen que proceder de bancos de homologados.
Tanto Paula Santos como María José Gómez se quedan pensativas ante la posibilidad de que en un futuro alguien se les acercase y les dijese: “yo soy el hijo del óvulo que una ocasión donastes”.
Ambas aseguran que no les preocupa que alguien quiera conocerlas en un momento dado porque “estoy convencida de que lo que le movería sería simplemente curiosidad, dice Santos”. Ninguna se plantearía una relación más allá del puro conocimiento porque su familia es “quien lo crió, lo educó y lo amó”, dice Gómez; pero tampoco creen que ellos buscasen esta relación. Aún así aceptarían conocerles si ellos lo pidiesen.