¡No puedo quedarme embarazada de dos!
Como madre de tres niños, dos de ellos mellizos, quiero compartir contigo como fue este proceso y como llegué a esta situación habiendo estado varios años evitándolo.
Hace 10 años decidí ser madre aún no teniendo pareja. Estuve durante un año haciendo inseminaciones sin medicarme para evitar el riesgo de tener gemelos. Era lo último que quería que ocurriera en el proceso de crear mi propia familia. Yo sentía que quería ser madre pero bajo ningún concepto quería que fuera de más de un niño.
Por Eva Bernal (www.creandounafamilia.net)
Bastante “osadía” era atreverme a tenerle y cuidarle yo sola, como para asumir una doble responsabilidad.
La gente a mi alrededor le encantaba bromear con el hecho de que me quedara embarazada de dos, pero yo estaba segura de que eso no iba a pasar porque nunca me hacía ningún tratamiento con más de un óvulo.
Contaba con que accidentalmente un embrión pudiera dividirse y dar lugar a gemelos, pero eso sí que era incontrolable; lo que yo sí que podía hacer era no arriesgarme haciéndome una inseminación con dos folículos.
Año y medio después de haber empezado y con cinco inseminaciones con resultado de cuatro negativos y un embarazo que terminó en aborto, decidí pasar a FIV.
Llegué a mi nueva clínica dispuesta a transferir solamente un embrión, e incluso hacerlo en estado de blastocisto (embriones de cinco o seis días con mucha más posibilidad de implantación).
Yo ya tenía casi 38 años y mi FSH en el límite de la normalidad, lo que acabo significando que apenas tuve óvulos y que cuando los fecundaron solamente dos resistieron 48 horas, así es que un lunes por la mañana me llamaron y me dijeron: ¡Ven corriendo a la transferencia por que los perdemos a todos!
Me comentaron que uno era de una calidad buena y el otro bastante regular, que las posibilidades de un embarazo gemelar eran mínimas, pero reales y que ellos me recomendaban transferirme los dos.
Lo dudé, pero me transferí los dos. Quise creerles.
Había un riesgo y lo asumí, pero he de confesar que sinceramente me parecía imposible.
Ya sabéis que todos creemos que a nosotros no nos pasan las cosas… ¡somos así de inocentes!
Esta primera FIV por fin dio el positivo que me trajo a mi primer hijo, Rodrigo.
Recuerdo perfectamente cuando fui hacerme mi primera ecografía; aunque había tenido una beta bastante normal (200) el médico me había dicho que hasta que no me la hiciera, no podemos saber si eran uno.
Salí de ella gritándole al amigo que me acompañaba:¡Es uno y está bien!
Al nacer Rodrigo parecía que mi familia ya estaba formada, pero…
Apenas tres meses después me puse en contacto con mi clínica para saber si tenía muestras de mi donante.
Ya no quedaba ninguna pero me ofrecieron contactar con él a ver si quería volver a donar: tuve mucha suerte y aceptó.
Dos años después de nacer mi primer hijo y con casi toda la familia en contra, inicie la búsqueda del segundo.
Si buscando el primero, ya tenía claro que solo quería tener un hijo, al aumentar la familia lo tenía todavía mucho más. No podía correr ningún riesgo, así es que estuve durante tres años haciéndome múltiples transferencias de un solo embrión.
En ese tiempo llegué a tener tres abortos más y solamente en la última transfer y dado que de los dos embriones que quedaban uno era de bastante mala calidad acepté ponerme dos.
Dije a todo el mundo que lo dejaba, pero realmente había decidido gastar el último dinero que me quedaba en una nueva clínica haciendo adopción de embriones.
Y sí, ya todas mis dudas y miedos habían desaparecido. No quería volver a transferirme un embrión. Iría de dos en dos.
Tenía claro que mi problema eran los negativos y los abortos, no el riesgo de tener mellizos.
¡Otra vez me pudo la inocencia!
Pero en el fondo, es que después de tres años sufriendo, sin perder de vista mi objetivo, pero no consiguiéndolo, había dejado un pequeño hueco en mi mente por donde la posibilidad de aceptar un embarazo múltiple había encontrado su espacio.
Como se suele decir, el resto ya es historia:
Me transfirieron dos preciosos blastos y 10 días después la beta dio 525.
Mi frase a la ginecóloga cuando me llamó para decírmelo fue:
¡ay, Dios mío! y ella contestó: Eso digo yo: ¡Ay, Dios mío!.
Ocho meses después nacieron Martín y Aitana que junto con Rodrigo me han hecho trimadre, algo que jamás me hubiera “atrevido” a soñar.
Mi pensamiento sobre tener mellizos ha cambiado absolutamente y ahora ame parecen un regalo de la vida, pero fue un proceso muy largo en el que tuve que ir adaptándome a las circunstancias, no obstante…
Si tú tienes muy claro que no quieres tener dos bebés a la vez nunca te hagas una inseminación o una transferencia con dos posibilidades, por que esto ocurre, ¡y nos puede pasar a cualquiera!.
Otros testimonios de interés: "Marian Cisterna: Creí que no sería feliz sin ser madre" "Elegí ser madre soltera y de un donante de esperma" "Sentí miedo y me creía una mujer defectuosa. Laura Puerto, madre por ovodonación". Noemí Tovar: "Mi camino hacía la maternidad adoptiva"