Madres solteras por elección. Durante unos años de nuestra vida nos centramos tanto en nuestro objetivo de ser madres que se nos olvida el resto del mundo.
Años para muchas pensando en si la decisión es la adecuada, agotando las noches, las tardes, las fiestas, para ver si en algún momento aparece ese príncipe azul que nos venden los cuentos infantiles de hadas y nos rescata de la idea de la maternidad en solitario, como si esa primera opción fuese mejor que la segunda, o la segunda peor que la primera, porque así nos contaron durante años que deben ser las familias.
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Rompemos con lo establecido y dejamos todo a un lado, en muchos casos: solo nos importa que la beta sea positiva.
Hablamos de óvulos, de reproducción asistida, de icsi, semen de donante, donación de óvulos… y leemos, leemos mucho para conseguir cuanto antes y lo más económico posible ser madres.
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Y lo conseguimos. Somos madres. Muchas no de uno, sino de dos y de tres… creo que alguna de cuatro.
Y el mundo pasa a nuestro lado sin verlo. Solo vemos a nuestro bebé, o nuestros bebés, biberones, pañales, guarderías, cuentas en excel, parques, pediatras, deberes…
Pero llega el día… llega un día en que te levantas y de nuevo vuelves a ver el mundo que a diario pasaba por tu lado y apenas mirabas porque solo había ojos para ese gran anhelo de maternidad. Se era tan feliz que no se necesitaba mucho más. Eso creemos.
Tu vida como mujer vuelve, llama a tu puerta de nuevo cuando la crianza termina. Los peques se hacen grandes e independientes.
Si no fuese así estaríamos entrando por la puerta equivocada del apego emocional al hijo que sustituye a la pareja, al trabajo, a los proyectos, a los amigos.
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Y una se mira al espejo y no se encuentra. O sí, pero con el pelo sin teñir, sin cortar, con kilos de más, con las uñas sin arreglar y la piel, dice la esteticista, totalmente deshidratada.. ¡Ay esas arrugas! que ni habíamos visto.
Mejor que nunca, así nos encontramos. Somos libres, independientes, felices y con nuestros hijos como carga y descarga para nosotras solas a diario.
Es el tiempo de volver a la vida… es tiempo de vestirse de nuevo de gala, de sentirse de nuevo joven, de querer salir, reír y hasta volver a enamorarse. ¡No te lo pierdas!
Ni por un momento te asomes al espejo y pienses que tú tiempo ya pasó y solo eres madre. No. Ni por un momento pienses que ya no puedes gustar ni enamorar, que tu objetivo es solo ser madre. Lo eres y muy buena madre.
No te sientas culpable por querer tener tiempo para ti, por dejar que tus retoños desaparezcan por unos días, por ser feliz a ratos sin ellos, por sentirte descansado cuando se los llevan un fin de semana.
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No te sientas culpable por comprar ese vestido para ti, por gastar en un cine o en una cena con una nueva cita en un restaurante. Si quieres que tus hijos crezcan felices y emocionalmente seguros e independientes, tienen que ver que tú también lo eres.
Tu independencia les hará sentirse seguros, independientes, fuertes, seguros, con autoestima … porque tú lo eres. Tu libertad, les hará libres, con proyectos, con ganas de vivir.
Tus ganas de vivir volcará en ellos siempre unas enormes ganas de vivir y de seguir adelante con sus proyectos.
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Ellos son ramas de tu árbol que un día saldrán a buscar solos, a vivir solos, a amar solos… Y ese día…¿qué harás tú si tu vida solo fue la vida de ellos?
No te sientas culpable por querer vivir, amar, reír, disfrutar, viajar.. Ante todo eres mujer y no por ello les vas a querer menos ni te van a querer menos.