![Elegir ser madre soltera por elección](https://masola.org/wp-content/uploads/2015/12/18766836_1478374095517312_6581336788306989233_o-1024x712.jpg)
Elegir ser madre sola, sin pareja, por reproducción asistida o por adopción, no tiene que ser sinónimo de no pedir ayuda cuando se necesita.
Elegir ser madre sin pareja no es fácil. A las madres solteras por elección nos lleva mucho tiempo decidirnos.Tampoco es fácil el embarazo en solitario (aunque hay veces que parece que resulta peor en compañía), ni el parto, ni la crianza.
Decidirlo, escogerlo, desearlo, amarlo y sentirse a gusto con la decisión tomada, no significa que todo vaya a ser un camino de rosas y que todos los días vayan a ser divinos.
Sin embargo, por el solo hecho de haberlo escogido nos sentimos culpables si nos quejamos de nuestro agotamiento, cansancio o rutina. Sin olvidar el daño que nos hacen frases tan demoledoras como: “si tu lo has elegido, es lo que toca”.
Por Rosa Maestro @rmaestrom @Masola_Org
Aún recuerdo como a las pocas semanas de haber nacido mi hija, después de noches sin dormir, cada hora levantándome a ponerme pezoneras para darle el pecho de lo mucho que me dolía, de haber superado una mastitis, de apenas tener leche… así día sí y día también…
Aún recuerdo, ese momento en el que me senté en las escaleras y me dije: “Me he equivocado”. Un momento corto, porque cuando volví a ver a la peque, tiré para adelante y entendí que no me había equivocado.
En estos más de doce años, como toda madre que se precie de serlo, me he encontrado con momentos difíciles, con momentos en los que una dice eso de: “no os aguanto ni un segundo más”. Hay días en los que la maternidad te supera. Y no solo a nosotras, sino a todas las madres, sean del modelo de familia que sean.
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Cierto es que la sociedad no nos lo pone nada fácil, por no decir que nos lo pone muy difícil. Solamente salir de casa por las mañanas y llegar a tiempo al colegio y al trabajo es todo un reto, y un éxito.
Aguantar que en el trabajo te subestimen por el hecho de ser madre – como si tu cerebro hubiese cambiado -, que te minusvaloren porque eliges una jornada reducida – que es nuestro derecho – y – que casi nunca se cumple porque por mil y un motivos casi siempre terminas a última hora de la noche trabajando en casa, pero claro eso no son horas de presencia que es lo que tanto, tanto, tanto se valora en el ámbito laboral español-.
LLegar a casa, comer deprisa, recoger niñas, y convertirte al menos en un par de horas en taxista: “que si el baile, que si el teatro, que si mamá hay que ir a por pegamento, que me faltan los guantes para la excursión a esquiar sobre hielo de mañana…”.
Luego llegan los baños, las cenas…preparar el día siguiente. Y, como dirían los ingleses..”Of course, los deberes”.
Tardes sustituyendo a profesores que no pueden terminar esos insufribles temarios, tardes haciendo los proyectos que nuestros hijos no pueden hacer si se quieren examinar y estudiar, tardes explicándoles lengua, matemáticas, inglés, y si me apuras casi como hacer el pino o la voltereta.
Un rato nos queda para ver la interminable lista de notas mecanografiadas que nos llegan del colegio: ” dos euros para la excursión del lunes, reunión del Ampa, se pueden comprar ya las camisetas del colegio, este es el disfraz que tiene que comprar para su hijo…” mientras dices…”por favor deja de saltar ya, lávate los dientes, a la cama que se hace muy tarde..”
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Y con todas y con estas, de pronto un día se te ocurre decir..”No puedo más, estoy hasta el último pelo, que estrés…” Y con todas y con estas van y te dicen: “Tú lo elegiste, pues ahora apechuga con ello”.
Pues sí, la maternidad muchas veces es escogida… Otras no, otras viene sobrevenida.
¿Tienen entonces derecho a quejarse o a decir que están a punto de reventar las madres que no lo eligieron y las que lo elegimos no?, ¿tienen las madres que conviven feliz o infelizmente en pareja derecho a manifestar su agobio, preocupación o cansancio y las que decimos hacerlo sin pareja no?
Hasta el último pelo estoy de callar muchas veces mi cansancio, mi estrés, mi alteración… o que hay días en los que correría hasta una isla desierta para quedarme allí, tirada, meses y meses… o hasta un centro de estética y que me convirtiesen de nuevo en esa mujer explosiva de antes de ser madre.
Hay veces que me gustaría recorrer las tiendas de moda sin dos niñas dando saltos, cogiendo cosas, llamándote constantemente, o diciéndote una y otra vez que se aburren.
Me gustaría ir más a ver películas de adultos o viajes de adultos. Chalar con mis amigos sin interrupciones y que el momento de relax o de spa no sea la ducha nocturna, que se ha convertido en un hábito (además de la mañanera) solamente para relajarme.
Pues tengo derecho, todo el derecho del mundo a quejarme y a estar en algunas ocasiones hasta más arriba de lo que sea…
Aunque luego llegue la noche, me tumbe junto a ellas, me acurruque, las llene de besos, las diga lo mucho que las quiero y las amo, y sea consciente de que no cambiaría ni un solo segundo de mi vida.
Eso sí, nuestros políticos, ministros, instituciones, empresarios, jefes, jefas podrían poner algo más de empeño en que nosotras, las madres, las unas y las otras, no nos encontremos así tan a menudo.
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