Mujeres no madres. Ser madre parece ser aún hoy en día una obligación impuesta a las mujeres. El estigma de no estar completa por no ser madre aún nos persigue a muchas de nosotras, sobre todo a aquellas que lo eligieron libremente.
Por Rosa Maestro @Masola_Org
Cuando llegamos a cierta edad, la frase “se te va a pasar el arroz” empieza a ser como el primer mandamiento al que no hicimos caso como mujeres. Y es entonces cuando muchas de nosotras nos vemos casi en la obligación de buscar la maternidad a toda costa, sin más.
Nos embarcamos en un barco en el que los demás pasajeros no dejan de ser mujeres embarazadas, libros de embarazos, fertilidades, óvulos, espermatozoides, familia, cunas, peluches… Y empezamos una carrera en la que ni siquiera nos paramos a observar los miles de obstáculos que en ella nos vamos encontrando.
Leer también: Mi maternidad en solitario y elegida
El primero de ellos es saber si en verdad ser madre es nuestro deseo porque a veces parece que es una obligación sentir ese instinto de la maternidad, esa llamada de la naturaleza. Si estamos en pareja, no lo dudamos… es el momento y entramos en la carrera vestidas ya no para disfrutar del placer sexual sino con la mente puesta en esos millones de espermatozoides que están entrando por nuestras vaginas para hacernos madres.
Si no la tenemos, nos embarcamos en esas mil y una citas en las que ya todo tiene cabida. Ya no hay exigencias y en lugar de disfrutar de una cena y una velada agradable, entre plato y plato, nos preguntamos si el hombre que tenemos enfrente podría ser el padre de nuestros hijos… hasta llegamos a visualizar a esos pequeños yo, con la cara y todas las virtudes, desconocidas hasta ese momento, que hemos encontrado e idealizado en el “macho ibérico” que nos acompaña.
Es el momento de acudir a todas las cenas de nuestras amigas en pareja para ver si alguno de sus apuestos amigos se ha quedado libre o divorciado; de salir sin ganas a fiestas, encuentros, viajes o cruceros para solteros.
Leer también: Maternidad, lo que no se quiere escuchar
De haceros un book, por supuesto con photoshop incluído, e inundar las redes sociales: “mujer soltera busca hombre guapo, delgado, culto, deportista, ameno, divertido, intilegente, comprensible, empático…“ El perfecto padre para nuestros hijos. El perfecto hombre que ni en sueños hemos encontrado y seguramente ni soñado.
Si nos encontramos en el momento de desterrar a la figura masculina de nuestra vida en familia por mil y un motivos dificiles de detallar como “ya no lo encontraré”, “aunque lo encuentre no me da tiempo a formar una familia”, “lo tengo pero no lo veo como padre”, “siempre he querido ser madre sin pareja”…. nos embarcamos en la carrera de “necesito un embarazo ya“ y pasamos de las cenas, fiestas o charlas en las redes sociales… a visitar ginecológos, clínicas, foros, …., listas para escribir un ensayo sobre reproducción asistida.
“Tengo que ser madre”….porque ahora “Me toca ser madre”…Inclusive no llegamos a entender a aquellas que libremente han decidido no ser madres... y si conseguimos nuestro máximo deseo llegamos a decir : “No sabes lo que te pierdes, esto es lo mejor de la vida”.
Leer también: "Creí que no sería feliz sin ser madre"
Es más, si alguna se nos acerca y llega a decir “mira yo es que estoy pensando en la adopción”, todavía muchas de nosotras podemos llegar a pensar….”y se va a perder sentir la maternidad biológica, sentir esas pataditas dentro de tí”.
La maternidad es maravillosa, tanto como tantas cosas en la vida... Lo malo de ella es ir como autómatas hacía algo que nos corresponde solo por el hecho de ser mujeres.
Leer también: Iki Robles nos cuenta su maternidad con óvulos de otra mujer
No pararnos a pensar ni un momento, sino más de un momento, si es algo que en verdad queremos, porque si no lo es, lamento deciros y reconocer que la maternidad también es inquisidora.
La maternidad es absorvente, estresante, destructora de tu propio ser y a veces autoestima, agotadora, culpable, y discriminatoria…. entre otras muchas cosas.
Idealizarla no hará que seas más feliz una vez seas madre. Te sentirarás estresada, agotada, rota, y despreocupada por el ser que más te importó hasta entonces, por tí misma. Nada que decir cuando sales a la calle y te discriminan laboral y económicamente.
Con esto no quiero decir que no deseemos ser madres, que no seamos madres y que para muchas de nosotras “no sea algo maravilloso y único en nuestras vidas”.
Solo quiero decir que no idealicemos nuestra maternidad tal y como nos han hecho durante siglos idealizar… y no fustiguemos socialmente a aquellas que no han podido ser madres y llevan su sentimiento de dolor en silencio mientras buscan otros muchos momentos únicos en sus vidas que seguro los hay tan intensos como el de ser madres, ni a aquellas que libremente decidieron que no querían serlo, que no deseaban serlo, que se encontraron con proyectos que les parecieron mucho más interesantes, o que simplemente no se sintieron capaces de embarcarse en este barco y esperaron a otro que fuese más afín a ellas.
Cada mujer hace lo mejor que puede para con su vida, y no debemos ser nosotras quienes nos juzguemos tan cruelmente, para eso ya tenemos a la sociedad, a la política y a la economía. Admiremosnos más entre nosotras, las que somos madres y las que no lo somos.
Las que no lo somos compartamos esos momentos de triunfo profesional, personal, o individual con las que son y disfrutemos juntas de la maravillosa mujer que hay en cada una de nosotras. No nos enganchemos en el fracaso profesional o en el abandono personal de esos momentos de crianza de las que son madres y ayudémonos a seguir siendo mujeres hermosas, atractivas, inteligentes y profesionales
Leer también: Madres de más de 40. La edad ya no es un problema para ser madre.
Las que lo somos, dejemos de culpabilizar a las que no lo son o de preguntar por qué no tienen hijos (no tienen por qué contarnos sus decisiones, ni estar obligadas a dar explicaciones sobre si pueden o no tener hijos, o si quieren o no tener hijos).
No nos regocijemos en eso de que “lo más maravilloso del mundo es ser madre“ y nos engarcemos en conversaciones únicas sobre nuestros hijos. Alegrémonos de sus éxitos profesionales y personales.
Ser madre no significa dejar de ser mujer ni profesional. Y no ser madre no significa estar incompleta o haberse perdido la mejor experiencia de la vida. Solo así podremos seguir siendo “sufragistas”, seguir peleando por nuestro sitio en la sociedad, en las empresas, en la política, en la justicia, en nuestros hogares y en la familia.