Cuando una mujer acude a una revisión ginecológica, es éste quién debería informarle de todo lo concerniente a su fertilidad, para que fuese libre de decidir si postergarla o no.
Deberían ser los centros médicos quiénes solicitasen pruebas tan sencillas como una analítica de sangre a mujeres de más de 30 años para realizarles un estudio sobre su fertilidad y en función de ello, que tomase la decisión que creyese más adecuada, que las revisiones ginecológicas incluyesen este tipo de pruebas y que se dejase de oír tan a menudo eso de “tranquila, que aún tienes tiempo”, solo porque se tiene 32 años, cuando por muchos es sabido que hay mujeres que con 37 años y menos, sufren menopausia.
Hay algunos que llegan a decir lo de aún tienes tiempo a los 40 años de una mujer.
La educación sobre la fertilidad en casa está en blanco porque las mujeres, hoy en día, en un porcentaje alto no reciben formación ni información con respecto a su fertilidad.
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Por otro lado, en aquellos colegios o institutos donde se da educación sexual, no se menciona nada acerca de la fertilidad y de los inconvenientes reproductivos más allá de cierta edad.
Y habría que explicar a las jóvenes que cuando se retrasa la maternidad nos podemos encontrar con dificultades para ser madres, que la fertilidad de una mujer a los treinta años no tiene por qué ser la misma en las demás mujeres de la misma edad y que los ginecólogos hablan de que la posibilidad de conseguir una gestación cada mes pasa de un ocho por ciento a los 35 años a un tres por ciento a los 38, y a esta edad, el porcentaje de mujeres con problemas para ser madres puede llegar al 50 por ciento.
Ya ni hablar pasados los 40 ó 45 años donde las probabilidades son muy pocas.
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