
Rosa Maestro y sus hijas, autora de tres cuentos infantiles para explicar a los niños su nacimiento por técnicas de reproducción asistida
Editorial Chocolate habla con Rosa Maestro, autora de “Cloe quiere ser mamá”, el primer cuento para madres solteras que tuvieron a sus hijos
gracias a un tratamiento de reproducción asistida de un donante de
esperma. Se trata del primer cuento que se edita dirigido a estos
“niñ@s” con el objetivo de acercarles a su historia, a su bonita
historia, y facilitar a sus madres el cómo contárselo.
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¿Por qué un cuento para madres solteras de un donante de esperma?
-“Desde que creé la web www.masola.org (Madres solteras por decisión propia), cada vez eran más las madres que preguntaban cómo contarles a sus hijos su origen, cuál era su procedencia, por qué no existía la figura del padre.
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A través del foro, a algunas de ellas yo les explicaba que la mejor forma de
comenzar era con un cuento, cuando apenas tenían tres añitos, para que ellos fuesen adoptando con total naturalidad que su origen era fruto del deseo de su mamá y de la generosidad de un donante”.
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¿Hay mucha literatura sobre estos modelos de familia?
– “No, muy poquita. Quizá es lógico porque hasta hace pocos añostener un hijo por reproducción asistida era algo que había que callar, por eso de los tabúes sociales.
Ahora cada vez son más las personas que lo dicen sin problema alguno y posiblemente las madres solteras seamos las que menos incomodidad tengamos al hablar públicamente de nuestro modelo de familia, de nuestros tratamientos de reproducción asistida. Eso ha hecho que haya muy poco escrito.
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Pero ahora que empezamos a salir del armario, también vemos nuestras necesidades y una de ellas es esa, la de contarles a nuestros hijos la verdad de su origen”.
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¿Para qué edad está concebido el cuento?
– “Para niños de entre 3 y 8 años. El cuento es una historia dirigida a niños donde la historia se envuelve de magia. Es un cuento estupendo para empezar a contarles por qué y cómo vinieron al mundo, que sirve de apoyo para ir ampliando esta historia y a medida que crecen ir introduciendo datos sobre el proceso, sobre cómo es la técnica de reproducción asistida, sobre la figura del donante, sobre los distintos modelos de familia, etc…”
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¿A qué edad es bueno empezar a contárselo?
– “Yo empecé desde el mismo momento en que supe que estaba embarazada. Cuando alguien me preguntaba por el padre, simplemente le contestaba y con total naturalidad, que Alba iba a ser hija de un donante de esperma.
Desde el primer momento me manifesté orgullosa de mi modelo de familia, de haberlo elegido, de haber sido libre de formar la familia que deseaba y eso quería que le llegase al bebé, a mi hija, en todo momento. Una vez nació cada vez que me preguntaban no dudaba en contestar lo mismo.
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Y cuando Alba cumplió los tres añitos, una noche, mientras le contaba el cuento de Caperucita, me dije… – que mejor que inventarme un cuento para comenzar a explicarle su origen y porqué en casa no hay un papá -. Y así fue, inventé un cuento que luego he ido modificando según su edad”.
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¿Ha preguntado alguna vez por el donante?
– “No, nunca hizo preguntas acerca de su origen porque creció con la verdad, con su verdad. Si, a medida que ha ido creciendo – ahora tiene quince años – ha preguntado por cómo fue el proceso, cómo es cuando hay un papá y una mamá en su momento, quiénes son los donantes…y en estos momentos como lo sabe todo, no pregunta nada, es feliz en su modelo familiar y con su familia tal y como dice”
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¿Ha echado en falta la figura del padre?
-“No, eso dice ella siempre que se le pregunta, otra cosa es que haya momentos en que le gustaría tener un papá, y otros un hermano,
otros quiere y quiere…
Las personas somos así, siempre queremos lo que no tenemos y no valoramos lo que tenemos, y ahí estoy yo, para enseñarle a valorar lo mucho que tiene y dejar de envidiar lo que los demás sí tienen
Por otro lado creo que la figura masculina es importante y en mi familia siempre ha tenido múltiples figuras masculinas: abuelos, tíos, amigos…
Cierto que todos los niños buscan un referente “paterno” o “masculino” y ella lo ha buscado en mi padre, en su “abuelo papá” que ella dice; y sin embargo, mi segunda hija, Nabila, que es fruto de una adopción lo ha hecho en el hermano de mi padre, en su “tío abuelo”.
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¿Qué habla del donante, suele hacerlo?
– “Pocas veces pero generalmente lo hace para encontrarse parecidos. Se mira en el espejo y me dice cosas como “los ojos no son tuyos, ¿eh? Son del donante…” o “desde luego esto de que me guste tanto el deporte es del donante porque a ti no hay quién te mueva del sofá “.
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¿Si os diesen la opción de conocerle en el futuro?
– “Es una opción que para nosotras pasa sin pena ni gloria. Efectivamente si mañana nos dijesen quieres ver una foto del donante, somos humanas y curiosas, claro que le iríamos a ver y si le conociésemos en persona le daríamos las gracias por habernos hecho tan felices, pero no es algo esencial en nuestras vidas. Según sus palabras es simplemente curiosidad pero no desea mantener relación alguna porque no lo considera padre sino donante.
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¿Echa de menos tener un padre?
-“No, de pequeña, en ocasiones, cuando quería ir a montar en bicicleta, porque a mi no me gustaba nada, porque decía que sus amigas iban con sus padres…En general no, de hecho no le gusta mucho eso de que mamá pueda tener novio y “venga a ocupar un sitio en su familia…No, no echa de menos un padre porque no se echa de menos lo que no se tiene sino lo que se tiene y desaparece… Ahora como es algo mayor, lo del novio para mamá ya no lo ve tan mal”.
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¿Habla de cómo desearía que fuese su propia familia?
-“Sí, habla a menudo de ello. Dice que le gustaría tener una pareja, tener hijos – dos – con ella; pero que si esa pareja no llega o no es la que ella quiere, que tendrá a sus hijos como su mamá”
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¿Por qué es importante contarle la verdad sobre su origen a un hijo?
-“Es fundamental. Una relación, si se quiere que emocionalmente
sea buena y madura no puede basarse en mentiras. Nuestros hijos tienen derecho a saber su origen y a preguntarnos por qué tomamos ciertas decisiones o por qué formamos la familia así y no de otra manera. No me parece justo ni sano contarle su verdad cuando tenga 20 años o cuando un día el médico pregunte por ciertos datos del padre y no sepamos qué responderle. No, todos tenemos el derecho a crecer con la verdad, con nuestra verdad”.
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