Han pasado años y, aunque el día a día debora los recuerdos, siempre hay un momento, un instante, un detalle que me devuelve a ti.
Se incorporó levemente de la cama, se giró hacía mí y dijo:
.- ¿Cuándo has llegado?
.- Hace un par de horas.
.- ¿Desde cuándo estoy durmiendo?
.- Según me dijo tu madre, desde ayer a las cinco. Te pusieron los tranquilizantes y te quedaste traspuesto hasta ahora.
.- ¿Y qué has hecho mientras dormía?
.- Mirarte.
.- ¿Mirarme?
.- Sí, ya sabes que me gusta mirarte. Tan profundamente dormido parecías un bebe. ¿Sabes? Sigues siendo muy guapo. Si no estuvieses ahí tumbado, ten por seguro que te tiraría los tejos.
.- Ya sabes que no tienes nada que hacer, darling, aunque en estas circunstancias, fíjate que hasta me lo pensaría.
.- !Tú si que ya no tienes nada que hacer!, !perdiste tu oportunidad!.
.- !Pero si nunca la tuve! Cambiando de tema, a ver levántate. !Ummm! pero que gordita que estás. ¿Queda poco, verdad?
.- Muy poco, algo más de dos meses.
.- !Lástima!, puede que no llegue a verla.
– Anda, no seas tan agorero. Seguro que hasta se adelanta el parto y todo. Vamos, que no se va a quedar con las ganas de conocerte. Por cierto, ¿qué sabes de él?
.- Mejor ni hablar. Te contaré que fueron mis hermanos a Madrid, con una furgoneta alquilada a recoger todas las cosas que se habían quedado en la casa y que cuando llegaron me había desvalijado más de la mitad.
Se llevó hasta la jaula del pájaro, aquella que trajimos de Siria, ¿te acuerdas? La verdad es que nunca tuve pájaro, así que quizás ahora sea útil a uno de esos pobres alados en cautiverio.
.- !Qué canalla!, !Llevarse hasta la jaula, para qué diantres la querrá!.
.- No importa, ya no importa nada, tan sólo los buenos recuerdos. Esos no nos los puede robar nadie, ni tan siquiera tu mejor amigo o enemigo.
.- Nos reímos mucho, ¿te acuerdas?. Yo comprando las alfombras, mientras tú, sin decir esta boca es mía, desapareciste en la trastienda y regresaste con la jaula. ¿Todavía no me has contado lo que paso detrás de aquellas cortinas?
– !Ni te lo contaré, bonitaaa!
.- Bueno, me lo puedo imaginar. Parece que te estoy viendo ahora mismo, yo completamente ensimismada en el regateo de la alfombra y tú, todo despeinado, saliendo de jugar al escondite. !Un regalo de la casa! -dijiste-. !Ya ves que cosas, por los servicios prestados!
.- !Vámonos de viaje!
– ¿Dónde?
.- ¿Qué te parece a Egipto? Este año nos vamos a Egipto.
.- Mira que te gustan los árabes.
.- Y tú bonita porque los has probado poco, porque de lo contrario estarías ya embaucada por la pasión turca, marroquí o yemení. No puedo más me duelen los huesos y estas llagas… !Estas malditas llagas!, !Ya no lo soporto más!.
.- ¿Quieres un poco de agua?
.- No, lo que quiero es que me saques de este hotel, nos han tratado muy mal. Todas las tardes vienen a molestar. !Vámonos a otro!
.- A veces desconecta de la realidad y se inventa una vida que ya no va a vivir -dijo su compañero de habitación-, también desgastándose poco a poco por la enfermedad. !Fíjate, el otro día me estuvo hablando de una ciudad en no sé que país que la llaman el Manhattan del desierto porque está hecha de rascacielos de barro!, !Cómo que ahí iba a estar esa ciudad, con el viento que a veces pega en los desiertos!
.- Shibam, se llama Shibam. Está en el Yemen, en el sur del Yemen.
.- ¿Qué dices?.
.- Que son rascacielos de adobe y que la ciudad se llama Shibam, y que poder estar allí, en su atardecer, fue uno de los grandes regalos que nos hizo la vida, a él y a mí.
.- Yo soy drogadicto, ¿sabes?. Y ahora me tienen aquí, postrado en este catre. Lo bueno es que estoy controlado. Sólo me dejan fumar algunos cigarrillos, pero ni siquiera esto puedo hacer porque la enfermedad me ha dejado ciego, no veo nada, y no sé cómo salir al pasillo. ¿Te importaría acompañarme para que me fume uno?
.- Darling, salgo un momento.
.- ¿Qué tal el paseo? Bueno, se ha fumado casi la cajetilla entera, dice que para ver si aguanta más el mono el resto de la noche.
.- Hola, buenas tardes. ¿Cómo se encuentra hoy?, ¿Le aumento la dosis?
.- Sí, por favor, que duerma hasta mañana.
.- ¿Quién se queda esta noche?
.- Yo. ¿El timbre es el de la derecha, verdad?
.- Sí. Si ocurre algo, llámenos, estaremos aquí enseguida.
.- Tranquila darling, no me voy a morir hoy.
.- No cariño, es por si tienes que ir al cuarto de baño y esas cosas. Aunque seas un peso pluma, ni aún por esas puedo contigo.
.- Darling, enfermo estoy, pero idiota no. Me enchufaron a la sonda hace más de un mes. Va haciendo efecto, me siento mejor. Anda, acércate a la ventana.
.- ¿Para qué?.
.- Quiero que me digas lo que ves. Son más de tres meses con la puerta del cuarto de baño como paisaje.
¿Sabes algo de Alberto? ¿Y de Juan? ¿Qué ha pasado con Esteban? Ya no me llaman. Ya no me llama nadie, ni siquiera mi familia, temen que les contagie, que les infecte.
.- ¿De qué cariño?, ¿de amor? Porque si es eso lo que temen, es cierto, yo estoy contagiada de arriba abajo
Déjame que te limpie, se te está cayendo la baba como a un bebé.
.- ¿Te estás entrenando conmigo?, pues te aseguro que va a ser mucho peor.
.- Eso dicen.
.- ¿Y tú quién eres?, ¿Cuándo has llegado?, ¿Dónde está Rosa? Hace un ratito estaba aquí conmigo.
Seguro que ha ido a cancelar la reserva del hotel. ¿Me ayudas a recoger mis cosas? !Vámonos ya!
.- Sí, no te preocupes, cariño. Ahora, en cuanto venga Rosa, nos vamos todos de aquí.
.- Anda, vete a la ventana. Y cuéntame que ves.
.- El mar.
.- Rosa, !que alegría verte otra vez!, pensé que ya te había ido. Una chica que estaba ahí, junto a la ventana, y me contaba que estaba viendo el mar, aquí en Sevilla. Desde luego, !hay gente en este hospital que delira más que yo, y ya es decir! ¿Sabes?, me queda muy poco tiempo.
.- Aún nos queda lo suficiente.
.- No quieras engañarme, ni te engañes tú, me queda muy poco tiempo.
.- Te voy a echar mucho de menos
.- Nadie es imprescindible, darling. !Ya lo verás! Con el tiempo te olvidarás de mí. Te echarás un nuevo amigo, eso sí que sea gay. Seguro que tendrás un hermoso bebé, ¿te he dicho que será niña? y, luego, quién sabe igual hasta te vuelves a enamorar…
¿Oye?, !Ni se te ocurra llorar! Acuérdate de lo que siempre te he dicho, que por muy mal que lo pases una noche, siempre vuelve a amanecer. Además, no quiero ver que lloras, ya sabes, tienes que disfrutar por los dos, sino regresaré y te correré a escobazos…Ah! antes de que se me olvide, darling,lo que siempre te digo…no veas solo dos colores, el blanco y el negro en tu vida, como siempre haces, dejarás de disfrutar los grises.
Me estoy durmiendo. Quiero dormir, estoy muy cansado. ¿Te veré mañana? No te vayas sin decirme adiós.
El vuelo de Rosa salía a las cinco de la tarde de un 26 de abril. Le daba tiempo a darle un beso, quizá un último beso. Y eso hizo, mientras aún dormía. Se alejó despacio, para no despertarle.
.- ¿Te vas sin despedirte?, dijo con voz entrecortada.
.- Estabas dormido, no quería despertarte.
Darling, !que voy a estar dormido toda una eternidad! Cuídate mucho cariño. Te voy a echar de menos, incluso en la eternidad.
.- Vendré con la niña, para que la conozcas.
.- Cuídate cariño, mucho, que ya sabes que algunas veces te abandonas. Y dale muchos besos de mi parte, siempre, todos los días, y … quiérela mucho y… háblale de mí, de los buenos momentos que hemos pasado juntos. Ah! y ve a Egipto, aunque sea sin mí, será tu mejor viaje, te lo prometo.
.- !Hasta pronto, cariño! Te llamaré.
Rosa bajó las escaleras de dos en dos con la necesidad imperiosa de tomar aire. Cuando llegó a la puerta central de hospital se sentó por unos momentos en la escalera. Sabía que no le volvería a ver, que él se marcharía de viaje antes de lo previsto y que ese era su último viaje, pero no juntos. Sevilla ya no sería nunca la misma, nunca sin él. De pronto, alguien puso su mano sobre su hombro. Se giró y preguntó: ¿qué pasa?.
.- ¿Es usted Rosa?
.- Sí.
.- Le llaman de la habitación 1996. Acérquese conmigo a recepción.
.- Cogió el teléfono y entonces oyó su voz aún más entrecortada si cabe.
.- Rosa, ¿estás ahí?, ¿no me has dicho cómo se va a llamar?
.- Alba, dijo.
.- Alba. Alba. Alba. !Me gusta! ¿Por qué Alba?
.- Porque significa la primera luz del día y como tú bien dices, después de una mala noche siempre vuelve a amanecer.
Murió el 9 de mayo. No llegó a tiempo. Alba nació más tarde, mucho más tarde de que ocurriese esta historia. Poco tiempo después se descubrió un tratamiento. No llegó a tiempo. Fueron muchas las personas que se contagiaron en la década de los 80 y de los 90 y que no llegaron a tiempo.
Texto: Rosa Maestro