Soy madre, y también mujer, por supuesto profesional, amiga, hija, psicóloga y humana.… Digo esto último, lo de humana, porque parece que últimamente hemos olvidado que ante todo somos personas, y como tales actuamos, unas veces mejor y otras peor, muy lejos de la perfección. Y hoy, cuando más acuciante se hace la diferencia entre hombres, que según datos apuntan a que necesitaríamos 169 para equipararnos, menos comprensible es que seamos nosotras nuestro peor enemigo y nos sigamos tirando piedras las unas a las otras.
Rosa Maestro @rmaestrom @Masola_Org
Sin embargo, no tenemos suficiente con ser todo lo anterior que nos hemos impuesto la obligación de ser perfectas. Perfectas como hijas, perfectas amigas, perfectas psicólogos de nuestro entorno; perfectas como mujeres bellas, modernas, delgadas, siempre jóvenes; por supuesto, grandes profesionales que tenemos que darlo todo aunque a los 50 nos tiren a la cuneta y nos sustituyan por una de 20 con máster….Menos mal que somos mujeres y siempre nos reinventamos. Lo mismo que la pareja que muchas veces da un portazo para cambiarnos por unas curvas más jóvenes y unos muslos más tersos.
Y ahora, como no teníamos poco, pues hemos parido a los hijos, a los que nos hemos de dedicar cien por cien, veinticuatro horas al día (no se cómo lo vamos a hacer si seguimos queriendo hacer frente al resto de nuestras obligaciones emocionales y profesionales).
La maternidad está últimamente en boca de todas, menos de quienes tiene que estar. Todas andamos por las redes contando lo bien que lo hacemos… ¿o no? La verdad es que no. Estamos agotadas, a veces exhaustas, no tenemos tiempo ni para pasar por chapa y pintura, de casa al trabajo y del trabajo a casa, las tutorías de los niños – que es cosa nuestra también-, las actividades extraescolares – ¿muchas, pocas?-, los médicos, la compra, los campamentos, los cumpleaños de los amiguitos, los deberes (esto merece un capítulo entero), las funciones, los disfraces, los carnavales; Piki el compañero de la clase, ese precioso osito de peluche al que el domingo debemos dedicarle una hora de redacción y fotos de fin de semana….la limpieza, la cocina, los alimentos saludables – no repetir de cena lo que comieron en el colegio por la mañana-….
La profesión, la paramos y no la podemos reanudar… Y si la seguimos somos juzgadas a diario, por llegar algo dormidas, por no estar al día, por no quedarnos hasta las nueve de la noche (como ellos).
Es verdad… ¿y ellos?, ¿dónde están? Nosotras hemos encontrado al párroco de antes y al cuchicheo vecinal en las redes sociales… escribimos blogs, compartimos noticias, opinamos, decimos, criticamos… A las que se separan porque podían haberlo vuelto a intentar, a las que no porque no entendemos qué hacen todavía ahí sumisas a un hombre, a las que son madres solteras porque eligieron mal, a las que eligieron ser madres solteras porque ellas así lo han querido, a las madres lesbianas porque como pueden educar a sus hijos sin figura paterna, a las que no pueden tener hijos – pobrecitas-, a las que tienen muchos – no saben lo que hacen tal y como está el mundo -, a las que recurrieron a la Gestación Subrogada las fustigamos y llamamos vasijas a quienes las ayudaron, a quienes donan sus embriones – porque regalan a sus hijos -, a las que adoptan – y es la última moda, las maltratamos psicológicamente porque no saben gestionar bien los orígenes de sus hijos y no entienden que muchos de esos niños fueron robados según cuál o qué otro país.
Todas dando consejos… si salimos a tomar algo con la pareja (eso está mal porque dejamos al bebé con los abuelos), si decimos que “no puedo ni un instante más, o esto es más duro de lo que pensaba” ( a lapidarla por no haberse leído la enciclopedia en la que se le contaba lo que venía después del parto).
¿Y ellos? Ellos tan tranquilos, relajados, saliendo a las ocho de las oficinas, yendo al pádel, a las competiciones de motos, a las cervecitas con los amigos… ¿Cuántos blogs de paternidad hay? Cuantos hombres se cuestionan a diario si son buenos padres, cuántos juzgan a otros por lo que están haciendo…
No, además ellos y algunas de ellas están en las Instituciones y en el Gobierno, dirigiendo empresas o con cargos en ellas, impartiendo clases o dando cursos de éxito empresarial… ¿y qué hacen porque la mujer esté mejor, porque la madre esté bien? Ellos nada, y ellas juzgar a las demás por no haberse sacrificado como ellas lo hacen.
Lástima que en este Día Internacional de la Mujer, una vez más haya que recordar “cómo nos encontramos las mujeres, cómo nos hayamos como madres y profesionales”, las pocas ayudas y apoyos que existen en una sociedad cada vez más exigente con nosotras mismas, una sociedad castrante con la mujer y discriminatoria, que nos quiere porque nos necesita, pero que no piensa ni un solo instante en nosotras, en las mujeres, profesionales o no, madres o no. Y lo que es peor de todo, que algunas de nosotras le sigamos el juego, juzgándonos entre nos, creyendo que porque toda la vida se nos ha relacionado con maternidad, tenemos un máster en maternidad, y señoras, lamentablemente estamos todas en pañales, comenzando a leer…. no tenemos ni idea y lo que es peor, ni preocupación por cambiar la situación (solo en núcleos minoritarios). Todas nos refugiamos en que lo que estamos haciendo es lo mejor, porque así nos lo enseñaron y nos cuesta alzar nuestra voz y gritar que “Ya va siendo hora de que la mujer, su profesionalidad, y su maternidad sean Prioridad en Política”.
Mientras tanto nos seguiremos agarrando a eso que llaman intuición y que nos ayuda a salir a flote a a diario, y a eso otro que llaman amor que termina siendo la varita mágica que todo lo resuelve. Eso sí dejemos ya de fustigar a aquellas que lo hacen diferente a nosotras…, cada una ejerce como puede y como quiere.