Cuando una mujer recibe la noticia de que padece un cáncer, la primera pregunta que surge en su mente es: “¿Sobreviviré a él?”. Si, además, aún no ha tenido hijos o no ha completado su deseo genésico, más tarde o más temprano aparece esta otra cuestión: “¿Podré ser madre tras superar el cáncer?”.
La maternidad tras el cáncer es un tema que cada vez preocupa más, no sólo a las pacientes que lo padecen, sino también a los profesionales de la salud.
A través de este artículo vamos a intentar comprender lo creciente de esta preocupación, y expondremos las opciones disponibles a día de hoy para poder ser madre tras el cáncer.
Los tumores más frecuentes en la mujer son, por este orden: mama, colorrectal, cuerpo del útero, pulmón y ovario.
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El cáncer de mama supone aproximadamente un 30% del total de estos tumores y, aunque la media de edad al diagnóstico es de unos 55 años, no debemos olvidar un dato: de cada 100 mujeres diagnosticadas de cáncer de mama, 15 de ellas se encuentran por debajo de los 40 años.
Aunque hace años la supervivencia tras un tumor a estas edades era baja, la investigación en terapias oncológicas ha hecho posible que el porcentaje de supervivientes al cáncer haya aumentado de manera extraordinaria.
En ocasiones se emplean en el tratamiento del cáncer fármacos que pueden resultar muy agresivos para los gametos (en este caso, los óvulos), lo cual puede traducirse posteriormente en una dificultad para conseguir un embarazo.
Gracias a una mayor accesibilidad a la información, las pacientes cada vez están más documentadas respecto a la enfermedad que se les diagnostica, y quieren tomar un papel más activo en el manejo de la misma.
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Por otra parte, los profesionales de la salud tenemos mayor conciencia de los proyectos vitales de las pacientes tras su recuperación, entre ellos, la maternidad.
Así pues, la confluencia de estos factores (edad temprana al diagnóstico, aumento de la supervivencia, gonadotoxicidad de los tratamientos, mayor implicación de la paciente y del médico), convierten a la maternidad tras el cáncer en una cuestión que cada vez tratamos más.
En mi opinión, conformada desde tres puntos de vista distintos (como médico, como superviviente al cáncer y como madre), la maternidad tras el cáncer es una cuestión que debería ser planteada desde el momento del diagnóstico.
Muchas pacientes recién diagnosticadas de un tumor maligno tal vez ni siquiera habían pensado en la maternidad a lo largo de su vida.
Y las que sí se la habían planteado, se encuentran en el estado de bloqueo mental, miedo y confusión que produce el saber que tienes un cáncer, y no pueden pensar en otra cosa más que en su enfermedad.
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Tenemos que orientar a la paciente en estos momentos. Al igual que, cuando diagnosticamos un cáncer a un hombre joven, le proponemos de forma sistemática preservar su fertilidad mediante la congelación de sus espermatozoides, cuando el cáncer es en una mujer es nuestro deber informar sobre cómo puede afectar el tratamiento a su fertilidad posterior y cuáles son las formas para intentar preservarla.
A día de hoy, esta preservación puede llevarse a cabo de tres formas: criopreservación de embriones, vitrificación de óvulos y congelación de tejido ovárico.
La que se realiza con más frecuencia es la vitrificación de óvulos, ya que muchas pacientes no tienen una pareja estable en el momento del diagnóstico o no desean congelar embriones por motivos personales.
Tanto la congelación de embriones como la vitrificación de óvulos pasan por un tratamiento previo de estimulación ovárica que suele durar unos 12-14 días, por lo que es fundamental tomar una decisión de forma rápida para no demorar el inicio del tratamiento del cáncer.
Siempre de forma consensuada con el oncólogo, se establecerá el momento de la estimulación ovárica, que normalmente se realiza entre la cirugía del tumor y el inicio de la quimioterapia y/o radioterapia.
En mujeres que aún no han alcanzado la pubertad no se puede llevar a cabo un tratamiento de estimulación ovárica, por lo que la opción recomendable en este caso sería la congelación de tejido ovárico.
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Mediante una laparoscopia, se extrae la corteza ovárica (donde se ubican los folículos, en cuyo interior se encuentran los óvulos), y se conserva para un posterior reimplante.
Es fundamental transmitir toda esta información a la paciente no sólo de la forma más clara, sino también de la manera más honesta.
Es muy duro tener que decidir sobre algo tan trascendente como la maternidad cuando se acaba de recibir un diagnóstico de cáncer, pero, si no se trata este tema en este momento, pueden producirse situaciones muy difíciles en un futuro, fruto de no haber tenido la oportunidad de preservar la fertilidad.
Tras la remisión del cáncer, habrá que esperar un período de tiempo prudencial antes de intentar ser madre. Una vez más, el momento deberá ser consensuado con el oncólogo, para establecer cuándo ha pasado el período de más riesgo de recidiva de la enfermedad.
Será entonces cuando deberemos evaluar el funcionamiento ovárico y valorar las probabilidades de conseguir una gestación de forma natural. Si son mínimas o si no se produce el embarazo tras un período aceptable de tiempo, será el momento de realizar un tratamiento de reproducción asistida.
En ocasiones, a pesar de haber criopreservado embriones o vitrificado óvulos, no se consigue el éxito. Es entonces cuando podemos plantear la donación anónima de óvulos como una alternativa más para ser madre.
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El bebé no estará genéticamente vinculado a su madre, pero el vínculo afectivo permanecerá intacto. Debemos recordar que ser madre no es una mera transmisión de genes; de hecho, porcentualmente, lo que se transmite a los hijos en mayor medida no se hace por vía genética, sino por la vía del afecto y el contacto.
Una vez que se consigue el deseado embarazo, son inevitables los miedos sobre la salud propia y la del bebé. Es normal que aumente el temor a una posible recidiva del tumor.
Hay que aprender a convivir con ese temor (que nunca desaparece del todo, naturalmente) y seguir avanzando, con el orgullo y el refortalecimiento que nos da el haber superado una situación tan difícil.
Es posible ser madre tras el cáncer. Cada vez más posible. Con la información y la ayuda adecuadas, se puede lograr ser madre. Madre superviviente. Y valiente.