Si curioso es el ir y venir de la vida de una persona, más curioso es aún el ir y venir de los prejuicios de una sociedad. Hasta hace no muchos años, quizás menos de una década, no tener pareja se sentía como “estar fuera de...”, lo que alimentaba la baja autoestima, el desaliento, las desgana de gustar al mundo y por ende de gustarse a sí misma. Hoy en día, ser mujer y estar soltera, es sinónimo de mujeres que eligen cómo quieren vivir sin más.
Rosa Maestro @rmaestrom @Masola_Org
Curioso es, por no decir, impresionante, el giro que ha dado el concepto de “madre soltera” en la última década. Hasta entonces, y como quien dice nos estamos remontando a antes de ayer, no tener pareja se sentía como estar fuera de la sociedad, ser esa pobre solterona incapaz de haber enamorado a alguien. Muchas de nosotras no concebíamos la vida sin un hombre al lado; no te quiero ni contar si hace menos de quince años te gustaba una mujer (eso sí, para nosotras era más fácil disfrazarlo de amistad que para ellos).
Un novio, ese era el primer objetivo de toda mujer, luego ya la carrera, la profesionalidad. Muchas inclusive acudían a la Universidad con el claro objetivo de lograr pareja, y se decantaban por las carreras de ciencias, donde las masculinidad era mayor, aunque supiesen que no pasarían del primer o segundo curso. Aparentar era muy importante. Eramos una generación que procedía de aquellas famosas frases como “el buen paño en el arca se vende”, “los trapos sucios se lavan en casa”, “aguanta hija, todas hemos aguantado”.
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Casarse, formar una familia, era nuestro objetivo, y aunque de puertas para adentro nuestras vidas fuesen un auténtico suicidio emocional, de puertas para afuera nos sentíamos realizadas.
Pero sin darnos cuenta, como aquellas primeras mujeres que consiguieron el voto femenino y nuestro ingreso en la Universidad, nos empezamos a encontrar cada vez más a gusto en otros objetivos. Primeras pilotos de aviones, primeras ingenieros, primeras jueces, ….y aquellas primeras mujeres que gritaban en la calle que ellas eran dueñas de su maternidad. Y hubo mujeres, las primeras que empezaron a compartir pisos y a gritar a los cuatro vientos que querían vivir solas, se independizaban, compraban sus propios apartamentos, ya no salían de casa vestidas de novias, sino con una hipoteca a su nombre.
De ahí al empoderamiento de la mujer soltera, para lo cual el tiempo ha jugado en nuestro favor, quizás por la revolución de Internet y las redes sociales donde escuchar a otras que piensan y sienten igual que tú y no solo eso, sino que se sienten felices. De ahí a la actualidad solo un paso. La mujer ya no necesita casarse, se casa si quiere y desea; la mujer ya no necesita de un hombre, ama a un hombre; no necesita una familia, desea una familia.
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Soltero en cambio ha sido siempre sinónimo de hombre libre, codiciado por las mujeres, con éxito profesional, independiente, que no quiere ataduras, que le gusta vivir… ¿Por qué no le añadimos todo esto a la palabra soltera? No, todo lo contrario, soltera ha sido hasta hace muy poco sinónimo de solterona, de esa mujer que la pobre no ha podido encontrar pareja, que nadie la quiere. Apelativos que en los últimos tiempos están girando, dando la vuelta para identificar a mujeres que simplemente quieren vivir solas, no quieren ataduras familiares y si las quieren lo hacen solas sin pareja, con independencia profesional, con ambición, con proyectos de futuro, que se sienten guapas y que sobre todo aprendieron a quererse a sí mismas, cosas que igualmente se pueden añadir a mujeres en pareja o casadas. Es el momento en el que la mujer se enrola en la búsqueda de su propio éxito. La mayoría de las mujeres no están dispuestas a casarse hoy en día con cualquiera, por el simple hecho de estar casada o de tener hijos.
Un estudio realizado por varias universidades inglesas que fue publicado por el diario británico Sunday Times, afirma que “cuanto más inteligente es una mujer más le cuesta casarse”. La investigación abarcó a 900 hombres y mujeres que primero fueron entrevistados cuando tenían 11 años y se les hizo un seguimiento para saber qué fue de sus vidas 40 años después. Según los resultados, las mujeres tienen un 40% menos de posibilidades de contraer matrimonio si son exitosas. Esto enmarca a las que siguen estudios universitarios y de posgrado. En tanto, la ecuación para los hombres sería a la inversa. Cuánto más preparados están y mayor coeficiente intelectual tienen, ganan un 35% de posibilidades para decir “sí, quiero”.
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Dejando los estudios a un lado y siendo partidaria de que no depende del cociente de inteligencia sino más bien de la educación y socialización de esa niña que se hace mujer…. ¿se le está ganando la batalla a lo peyorativo de la palabra soltera?, ¿Es cierto que las mujeres hoy en día pueden estar solteras y muy felices?