A menudo lo decimos: “Yo no elegí nada”. Yo también lo he hecho, pensando que no elegir un menor en adopción es no elegir nada. Pero no es cierto. Como todas las decisiones en la vida está supeditada a elecciones, que no por ello tiene que hacernos sentirnos culpables.
Rosa Maestro @rmaestrom
Siempre elegimos. Lo mismo que también hacemos elecciones en los embarazos biológicos. Elegimos (no siempre) cuando quedarnos embarazadas, el número de hijos que deseamos, la pareja o no con quien queremos tenerlos, y si nos dejasen, muchas personas elegirían el sexo de sus hijos.
Lo mismo ocurre en la adopción internacional.
Elegimos país, y eso ya es una primera elección, porque al elegir país estamos eligiendo raza; hay países como Marruecos en los que se podía elegir sexo (claro que siempre había más posibilidades de adoptar un niño que una niña), elegimos edad (aunque a veces venga en función de otras cosas).
El hecho de no elegir al niño o niña en concreto no significa que no hayamos hecho ciertas elecciones previas.
Yo también las hice. Lo elegí por economía y por afinidad o empatía con la raza.
Elegí la edad del menor, aunque luego la vida me sorprendiese favorablemente con una edad diferente a la elegida, y elegí el sexo (tenía ya una hija y al estar sola prefería tener el mismo tipo de necesidades).
Y elegí ·también “no tener ciertas enfermedades”. ¿Me siento mal por ello? No, ni me siento mejor ni peor.
La vida está llena de elecciones y en cualquier proyecto, y la maternidad es un proyecto de vida, indirectamente estamos también eligiendo.
Elegí en función de mis limitaciones y de mis gustos, pero no me siento mal por ello.
Al igual que elegí hacerme una amniocentesis en mi embarazo.
¿Quiere decir esto que si el menor no sufre posteriormente una enfermedad o problema vaya a dejar de amarlo, considerarle mi hijo, o como dicen “espeluznantemente” desatenderme de él? No, rotundamente no.
No, deberíamos distinguir entre lo que son las elecciones propias y las elecciones que la vida nos depara.
Al igual que si mi hija biológica hubiese nacido con algún problema hubiese luchado y amado de forma incondicional, lo hubiese hecho con mi hija adoptiva.
Desde el momento en el que te sientes madre y te dicen esta es tu hija, ya no hay elecciones, se deja de elegir y se pasa a amar, a amar como decía aquel anuncio televisivo: “hoy mucho más que ayer, y mucho menos que mañana”