Dos personas que se juntan con el único objetivo de ser padres.
Internet ha revolucionado tanto nuestras vidas que hoy en día no solo podemos comprar ropa, comida, muebles sino que también podemos comprar esperma.
Y cuando digo comprar esperma, no me refiero a un banco de esperma internacional mediante el cual te mandan un kit para que una misma lleve a cabo su propia inseminación en casa y que, además, desde hace unos años es algo no permitido en España. No, me refiero a comprar esperma con donante incluido.
También la coparentalidad se da entre parejas gays y lesbianas que se ponen de acuerdo del mismo modo para formar su familia.
Y tampoco me refiero a poner tu perfil en una de esas páginas para ligar, que hasta hace unos años nos parecía tan terrorífico como hoy en día nos puede parecer la coparentalidad.
También estoy segura que dentro de unos años será algo más que puedas adquirir por internet, del mismo modo que unos zapatos. Y tan aceptado como la compra de esos zapatos.
Ser co-padres significa que dos personas se unen con un único deseo: tener un hijo en común.
Se trata de ser padres sin un vínculo emocional, sin ser pareja, sin ser matrimonio.
Se trata simplemente de buscar a una persona a través de una web o red social para compartir una crianza y que el hijo tenga una figura paterna y una materna.
Dos amigos que van a compartir durante toda su vida a uno o varios hijos, su crianza, sus gastos, su educación, pero sin vínculo emocional.
Seguro que por vuestras cabezas se os pasa lo mismo que a mi. “Yo también barajé la idea del amigo”, pero no la de un amigo desconocido que encuentro en una red habilitada para que ambos seamos padres; no, yo pensé en alguno de mis amigos.
En mi caso, según me vino a la cabeza la descarté… No solo es el amigo, sino la familia del amigo, un futuro impredecible y situaciones a priori que no sabía si podría superar, aceptar…
Yo pensé que si iba a ser madre soltera, mejor serlo en verdad sin pareja…y mucho más desde el momento en qué comprendí que no son necesarias las dos figuras materna y paterna, en perfecto binomio, para tener una familia.
Cierto que la incógnita sobre los orígenes y el conocimiento del donante o no por parte de nuestros hijos es algo que todavía pienso, medito, contemplo… sin que por ello crea que afecta a su desarrollo físico y emocional.
Tampoco creo que trastornos como el del apego se puedan dar en hijos de donantes de gametos por no haber existido la figura paterna y sí en menores que han sufrido la violencia entre padres, la desatención de la figura paterna o su desaparición en un momento dado en parejas divorciadas, separadas o inclusive que convivan juntas.
Por supuesto ningún modelo familiar es perfecto y cada familia tiene sus propias imperfecciones.
Dicho esto, respeto profundamente todas las formas habidas y por haber que nos llevan a tener hijos o a no tenerlos. Del mismo modo que respecto que cada cual elija la situación familiar con la que más se identifique y se sienta vinculada.
Así como creo que aún nos queda mucho por ver en esta desvinculación de la maternidad y la paternidad de la relación de pareja, la relación amorosa, el amor romántico, o la necesidad de perpetuar la especie.
Con todo esto hoy domingo, día de lluvia en Madrid, os dejo este debate: ¿Coparentalidad si o no? Seguro que vamos a aprender mucho de cada uno de nuestros puntos de vista.