Desamor: cuando el recuerdo deja de estar. Hay momentos en la vida en los que una se levanta y descubre que todo lo que había amado, deseado, soñado, no era más que una pura fantasía, y que el dolor que causó aquel o aquella que apareció como el amor de tu vida, es tan fuerte, tan intenso, que para superarlo, nada mejor que borrarlo.
Es ese momento en el que el corazón elige un nuevo camino que hacer en solitario, y dejar que los kilómetros, los días, y la lluvia de esos días, borren todo rastro de aquel pasado, de aquel error que el corazón se empeñó en ver como amor.
El corazón solitario vuelve a encontrar nuevos proyectos que emprender, o reanudar aquellos que dejó atrás por atender al que creyó su amor; vuelve a encontrar amigos nuevos o recuperar a aquellos que dejó por aquel amor que pensó que era su mejor amigo; vuelve a saborear la comida, el sol, el agua, paisajes nuevos, aventuras nuevas y sí, cada vez que el pasado vuelve se dice eso de que ” no hay que mirar atrás ni para coger impulso”.
Y el tiempo pasa, y la lluvia lo borra todo. Un día en el camino te encuentras sin el recuerdo, no sabes cómo ni dónde lo perdiste, lo que si sabes es que dejó de caminar a tu lado.
Dejó de estar ahí, dejo de ser la lágrima que a veces cae sin saber por qué, dejó de sentirse como un tiempo perdido en tu vida, dejó de ser aquello que más amaste, dejó de ser el amor de tu vida para convertirse en el error de tu vida; dejó, sobre todo, de ser ese fantasma que por las noches temías que saliese a asustarte de nuevo entre los árboles del camino.
Sí, hay un momento en el que el recuerdo deja de estar y se permite el lujo de desdibujarse como una nebulosa que no atina a saber si algún día aquel que amaste fue en verdad objeto de tu amor. El pasado se queda entre los arbustos, en cuatro fotos guardadas en un cajón con llave de un estercolero cualquiera de una ciudad cualquiera, a ser posible lo más lejos de la tuya.
Y ese día, por un instante, quizás dos, vuelves a recordar…recuerdas el dolor que causó el amor que diste y que no recibiste, recuerdas la mentira, la manipulación, el maltrato, la ausencia, la soledad, el hastío, el miedo, la inseguridad, la duda, la pesadilla, los escalofríos… Y no atinas a entender como un cuerpo tan pequeño y un corazón tan lleno de amor pudo llegar a soportar tanto tiempo un falso amor.
Ese día, el día en el que te encuentras sin el recuerdo, puedes volver a recordar…una vez más y para siempre, lo bueno que quedo en ti, el amor que quedo en ti, que recuperaste y arrancaste a cuajo de aquel a quien un día se lo diste. Ese día vuelves a estar llena de amor y el recuerdo se desdibuja con una sonrisa cuando al mirar atrás, ya no le ves a él, te ves a ti.
Rosa Maestro