La historia de Marta y Alfredo es un reflejo de la lucha que muchas parejas enfrentan en su camino hacia la paternidad.
Al principio, su relación era un cuento de hadas: se conocieron en la universidad, compartían sueños y aspiraciones, y estaban decididos a construir una vida juntos. Sin embargo, la llegada de la infertilidad y los tratamientos de reproducción asistida transformó su amor en una batalla desgastante que, lamentablemente, terminó en separación.
El Comienzo de la Lucha
Marta y Alfredo decidieron que era el momento adecuado para formar una familia después de más de ocho años de relación.
Con entusiasmo, comenzaron a intentar concebir, pero después de varios meses sin éxito, la preocupación comenzó a instalarse. Tras una serie de pruebas médicas, se les diagnosticó infertilidad: los óvulos de Marta no ovulaban correctamente.
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Para ellos, este diagnóstico fue un golpe devastador, pero decidieron enfrentarlo juntos.
La pareja se embarcó en un viaje de tratamientos de reproducción asistida.
Las citas médicas, las inyecciones hormonales y las esperas interminables se convirtieron en parte de su rutina.
Al principio, se apoyaron mutuamente, compartiendo la esperanza de que cada tratamiento los acercaría a su sueño de ser padres. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, la presión emocional y física comenzó a hacer mella en su relación y así nos lo cuenta Alfredo, que “veía como día a día Marta se iba obsesionando hasta llegar al punto de que toda su vida era esa, y también la mía, ya no salíamos con los amigos y menos si tenían hijos, tampoco íbamos al cine que era algo que nos apasionaba, ni planeábamos viajes”.
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Es más, todos sus ahorros iban dirigidos a los tratamientos de fertilidad. “No podíamos hacer ningún gasto extra”, nos cuenta Alfredo.
La Tensión Creciente
Con cada intento fallido, la frustración y la tristeza se acumulaban. Marta se sentía cada vez más ansiosa y desilusionada, mientras que Alfredo, aunque comprensivo, comenzó a sentirse impotente.
La comunicación entre ellos se volvió tensa; las discusiones sobre el futuro y la presión de los tratamientos se convirtieron en el pan de cada día. Fue entonces cuando desde la clínica les plantearon las posibilidades que ofrecía la ovodonación y la donación de embriones.
Alfredo estuvo abierto a cualquiera de los dos tratamientos, pero Marta insistía en intentar una y otra vez con sus propios óvulos. “No escuchaba lo que nos decía el ginecólogo”, afirma Alfredo e incluso cambiamos en dos ocasiones de clínica y “ cuando ya vio que prácticamente era imposible intentó todo tipo de tratamientos para mejorar sus óvulos, pero es que ya ni óvulos tenía.
La situación le pudo hasta el punto de vernos un día delante de una vidente que decía que ayudaba a muchas parejas a ser padres”, comenta Alfredo.
Llegó un momento en el que Marta deseaba hablar sobre sus sentimientos, pero Alfredo, abrumado por su propia angustia, se cerró.
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La falta de comunicación y la incapacidad de compartir su dolor crearon una brecha entre ellos. Lo que una vez fue un amor sólido comenzó a desmoronarse bajo el peso de la infertilidad.
La Decisión Dolorosa
Después de múltiples ciclos de tratamiento sin éxito, Marta y Alfredo se encontraron en un punto crítico.
Marta quería seguir intentando e incluso viajar al extranjero en busca de una solución, mientras que Alfredo sentía que era hora de detenerse y reanudar su vida. Y decidieron separarse.
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Ahora Alfredo nos cuenta su historia y siente que podrán haber tenido una vida inmensamente feliz aún sin hijos, o con hijos sin sus cargas genéticas; y nos cuenta su historia con el fin de que alguna otra pareja esté a tiempo de parar y pensar, si merece la pena o no es lucha incansable por ser padres.