La Infertilidad en la Sanidad Pública. Me llamo Andrea, tengo 31 años y siempre quise ser madre. Algo me hacía intuir que no sería fácil, pero pensé que sería sólo eso, una intuición. Como no tenía pareja ni la quería, opté por la maternidad en solitario.
La búsqueda duró casi tres largos años. Pensé que al ir sola sería más fácil. Sabía que era difícil conseguirlo a la primera, pero no pensé nunca que tendría que hacer siete tratamientos hasta conseguirlo. Bueno, en el quinto me quedé embarazada, pero fue bioquímico. Entre los motivos que alargaron el proceso estaba mi diagnóstico: trompa derecha obstruida y SOP (Síndrome de ovario poliquístico).
Muchas de las ocasiones en las que me visualizaba siendo madre lo hacía siéndolo en solitario. Incluso en mi época en el instituto lo comentaba con mis padres y mis amigos, que si no tenía pareja y sentía que había llegado el momento lo haría con un donante.
Más tarde, en la Universidad, también lo contaba igual. Supongo que eso hizo que cuando todo ocurrió nadie se sorprendiera demasiado.
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Fui mamá joven. A los 29 años. Y quise serlo mucho antes, pero las circunstancias no acompañaban. Las ganas de ser madre estaban ahí, sin más, pero llegó un momento en que se convirtió en una especie de obsesión.
Iba a comprar y sólo miraba cosas de bebé, paseaba por la calle y me giraba al ver los cochecitos pasar, me compraba revistas de bebé… Me di cuenta de que ese instinto maternal del que tanto había oído hablar había llegado para quedarse.
Busqué mucho por internet y di con la web Masola y aquello no hizo más que crearme más ilusiones aún. Hablaba con otras mamás que lo habían conseguido, buscaba distintos tipos de tratamientos, las pruebas que solían hacer… y entonces descubrí que la Seguridad Social, en mi comunidad, lo cubría para madres solteras.
No me lo pensé. Se lo comenté a mis padres que fueron mi gran apoyo en todo el proceso y fui directa a ello.
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Así que tuve la suerte de empezar todo por la Seguridad Social. Primero pasé por una médica de cabecera algo desinformada pero que no me puso ninguna traba, todo lo contrario. Y una vez en ginecología las pruebas rutinarias: histerosalpingografía y analítica hormonal.
Lo cierto es que todo fue bastante rápido y en nada me llamaron de la Unidad de Reproducción (UR) para empezar.
Allí me hice las cuatro primeras IAD (Inseminación Artificial con Donante). Fui con muchísima ilusión por empezar todo este camino ¿Apoyo? Ninguno.
Falta de empatía total. Me sentí un número, desde que llegué. Me sentaba en la sala de espera y observaba al resto de mujeres y hombres que había allí. Todos iguales. Hablé con muchas y casi todas coincidíamos. Además, en cuanto a tratamientos no personalizaban. Nunca me trataron el SOP, no me miraban si había ovulado antes de las IAD y jamás me miraron el tamaño del endometrío.
¡Si hasta yo pensaba que eso no era importante! ¡Incluso me hicieron mi tercera IAD llevando sólo un folículo en la trompa obstruida! El médico me dijo que “ya que había gastado medicación…”.
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Pero cuando fui a hacérmela estaba otra doctora que se quedó petrificada al saber que me la habían mandado hacer en esa circunstancia. Sé que ahora en la Seguridad Social están un poco desbordados, pero creo que, en ciertas unidades, como la de reproducción, tendrían que tener una actitud un poco diferente.
Somos mujeres que, por un motivo o por otro, no podemos ser madres de forma natural. Tenemos las hormonas disparadas, buscamos respuestas, ayuda, consejos, una persona amable que nos mire a los ojos y nos sonría. Creo que no pedimos mucho, pero ellos no se dan cuenta.
Después de esas cuatro IAD me pusieron en lista de espera para FIV (Fecundación In Vitro). Quince meses mínimo, me dijeron. No quise esperar. No lo dudé demasiado y decidí intentarlo por la Sanidad Privada.
Después de haber llegado hasta ahí ese parada me suponía mucho. Busqué y rebusqué, fui a todas las clínicas de mi ciudad, quería comparar y conocer. Sólo dos me parecían viables. Pero no me acababa de convencer la idea de que me fueran a tratar médicos que ya me habían tratado en le Seguridad Social.
Finalmente la encontré. ¡A 200 kilómetros de casa! No importaba. Quería lo mejor. Me la habían recomendado y había leído cosas muy buenas. Nada más entrar tuve esa sensación que se tiene cuando sabes que has acertado con algo. Era ese el lugar, no había duda.
Allí todo fue distinto. Dí con un médico muy serio pero que estaba en lo que tenía que estar. Desde el minuto uno sentí complicidad, implicación… Personalizó mis tratamientos.
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Me hice dos IAD más (más una que hubo que cancelar por la trompa obstruida). Esos tres tratamientos fueron completamente diferentes entre sí, además de que sí le dio importancia al SOP y tomó medidas al respecto.
Iba buscando cómo mejorar conmigo. Hasta sufría con mis negativos. Siempre me daba una palmadita de ánimo y siempre salía de la consulta con la sensación de que había hecho todo lo mejor posible.
El resto del equipo del centro (secretarias, administrativas, enfermeras…) también, en líneas generales, fueron muy amables. Igual que el resto de médicos que me trató, cuando mi médico descansaba, y la bióloga que trató mis embriones en la FIV. Sé que lo pagaba. Pero incluso pagando mucha gente no encuentra esto que yo tuve.
Tras esas dos IAD finalmente tuve a mi hijo gracias a una FIV en la que tuve un gran resultado y gracias a la cual espero, en un futuro, ir a por un hermanito o hermanita para mi hijo.
Ser madre me ha cambiado la vida y ser madre soltera es la mejor decisión que he podido tomar. Cada día me siento más contenta de ello. Mi hijo ahora tiene 18 meses y es lo mejor que he hecho en la vida. Lo miro y sé que, sencillamente, no podía haber sido de otra forma.
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Mi camino fue un poco largo y se me hizo muy duro, pero aprendí muchísimo y me conocí más aún. Además, durante el camino, conocí a mujeres valientes y maravillosas que se convirtieron en familia y hoy día son mi mayor grupo de apoyo.
Después de conseguir mi embarazo y tras un primer trimestre complicado, por temas de sangrado, me decidí a escribir un blog (https://lasaventurasdebebepinguino.blogspot.com.es/) para contar mi experiencias y poder ayudar a otras personas que estuviesen pasando por mi situación porque a veces una se siente sola y no sabe para dónde tirar.
Lo cierto es que ha sido fantástico porque he recibido mensajes de muchas chicas (solteras o no) agradeciéndomelo o pidiéndome ayuda y consejo. Es muy gratificante!