La infertilidad es definida como una enfermedad del sistema reproductivo, que se caracteriza por la no consecución de un embarazo clínico tras 12 meses o más de relaciones sexuales habituales sin anticoncepción, impone una carga psicológica importante, ya que tener un hijo es una de las tareas claves en el desarrollo de la vida, llevando a una crisis emocional relacionada con frustración, y en muchos casos depresión, que puede pasar desapercibidas.
Iván Giménez. Grupo UR de reproducción asistida
Su prevalencia se ha ido incrementando progresivamente, hasta alcanzar a una de cada seis parejas en el mundo, según los datos de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE). Diversos estudios (Gameiro et al., 2014; Vikstrom, Josefsson, Bladh, y Sydsjo, 2015) han descrito el impacto psicológico y en la calidad de vida de la infertilidad y las técnicas de reproducción asistida, mostrando una mayor incidencia de problemas psicológicos décadas después de comenzar tratamientos de infertilidad como la fertilización in vitro (FIV), que en ocasiones son procedimientos médicos mínimamente invasivos.
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Además, los factores psicológicos como el estrés previo a la concepción pueden aumentar el riesgo de infertilidad. Mención aparte merece el caso de mujeres de 42 años o más que han tenído que recurrir a técnicas con ovocitos donados, debido a que la cantidad y la calidad de sus óvulos disminuye con la edad.
El tratamiento con donación de gametos plantea preocupación en los futuros padres por las implicaciones que podría tener en la relación paterno/maternofilial la pérdida de la herencia genética.
Las mujeres con antecedentes de depresión tienen un mayor riesgo de sufrir infertilidad y menos probabilidades de someterse a un tratamiento de reproducción asistida. El estado psicológico de los pacientes con infertilidad debe evaluarse, idealmente mediante cuestionarios validados por un profesional de la salud mental.
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En particular, las mujeres con antecedentes de ansiedad y/o depresión deben ser evaluadas cuidadosamente antes de comenzar un tratamiento ya que el nivel de estrés en los pacientes con infertilidad tiende a aumentar a medida que se intensifica el tratamiento y a medida que continúa el proceso.
Por lo tanto, es frecuente que los pacientes con fertilización in vitro (FIV) experimenten más estrés que las mujeres al principio de su evaluación de infertilidad. Son muchos los que informan de síntomas depresivos antes de comenzar su ciclo, lo que probablemente refleja el impacto de formas de tratamiento repetidas, infructuosas y menos invasivas, pero también puede reflejar un historial previo de trastornos del estado de ánimo/ansiedad independientes de la infertilidad.
La mayoría de los pacientes de FIV informan síntomas de depresión, ansiedad, ira y aislamiento después de un tratamiento fallido. Muchos de estos síntomas persisten durante períodos prolongados. Los especialistas en infertilidad tradicionalmente han asumido que los pacientes abandonan el tratamiento solo por dos razones: censura activa, es decir, su médico aconseja a la pareja que suspenda el tratamiento debido a un mal pronóstico; y economía, ya que el coste del procedimiento en muchas ocasiones no está cubierto por un seguro.
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Sin embargo, esta suposición ha sido cuestionada, pues la mayoría de los pacientes cubiertos por el seguro, terminan voluntariamente el tratamiento antes de completar su asignación de ciclos cubiertos y la razón principal del abandono parece ser la carga psicológica de los procedimientos.
La Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE) en su guía para profesionales de la salud mental subraya la importancia de la evaluación psicológica para la elección del tipo de ayuda a proporcionar a las parejas con infertilidad. Es esencial realizar la evaluación psicológica individualizada previa a un tratamiento de reproducción asistida, que permita identificar quienes presentan un trastorno psicológico o muestran síntomas incipientes para prevenir el empeoramiento de la salud mental.
Existen gran cantidad de cuestionarios para evaluar el bienestar psicológico de los pacientes en general, uno de los instrumentos diseñado y validado en la población con problemas de fertilidad, para evaluar la calidad de vida es el Fertility Quality of life tool ( FertiQol), que ha sido traducido en 38 idiomas y validado en diversos países.
Este cuestionario muestra una gran capacidad para identificar aspectos de la calidad de vida relacionados directamente con la infertilidad. De tal manera que detectar y prevenir las disfunciones psicológicas, y mejorar la calidad de vida es, parte del tratamiento multidisciplinario de la infertilidad