Cómo ayudar y no hacerles sentir aún peor
¿Cómo se sienten las personas que sufren infertilidad?
Dar consejos, decirle a una mujer o una pareja que debe o no debe hacer, animarle diciendo que si se relaja durante un viaje seguramente vuelvan embarazados, comentarle que eso es porque no es el momento, decirle que al menos la vida ya le ha regalado un hijo, o tal vez eso de “no estás destinada para ser madre”, y qué decir de… “si tantas ganas tienes te dejo una temporada a uno de los míos para que veas que pronto se te quitan”.
¿Lo haríamos con otra enfermedad? No, a nadie se nos ocurre a una persona que padece una patología grave decirle “seguro que con un viaje esto se te pasa”, “mi mejor amiga tuvo lo mismo que tú y aquí la tienes vivita y coleando”.
Y no lo hacemos porque a excepción de la infertilidad, que aunque reconocida como una enfermedad por la OMS, el resto de afecciones o patologías están consideradas socialmente como tal.
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Se trata de un lenguaje que, sin duda, aunque cargado de buena voluntad, hace que la persona que tenemos enfrente se sienta mal.
Carecemos de educación relativa a nuestra fertilidad, y mucho más aquellos que no han sufrido infertilidad.
De hecho desde que tenemos uso de razón solamente somos conscientes de la facilidad con la que nos podemos quedar embarazadas porque así nos lo han contado y toda la información se dirige a cómo no embarazarse.
A medida que crecemos nadie se encarga de contarnos que esa posibilidad decrece por años, por meses, hasta finalmente haber agotado toda nuestra reserva ovárica. Se da por hecho que la mujer es fértil y mucho más se da por hecho en el hombre.
Y además se espera que todo el mundo en cierto momento de su vida procree. Pero no se da por hecho que solo hay dos motivos que hacen que eso no ocurra: uno, que la persona o personas no deseen tener hijos y dos, que no puedan.
En ambos casos, ciertamente con buena voluntad, la mujer o la pareja, sufre incomprensión.
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En cualquier enfermedad de alguien cercano a nuestro entorno somos comprensivos, cercanos, positivos, y nos preocupamos desde el cariño.
En la infertilidad no es así. Inclusive llegamos a minimizar ese desconocimiento profundo del dolor que es una perdida gestacional con frases como “ya te volverás a quedar embarazada”, “con otro hijo esto se pasa”, “peor hubiese sido haberlo parido”.
Es muy importante cómo desde el ámbito familiar y clínico acompañamos y apoyamos a las personas que sufren infertilidad o que se encuentran en procesos de reproducción asistida.
El hecho de sufrir infertilidad como el de elegir ser madre soltera siguen generando muchas dudas.
Para poder llevar a cabo una elección consiente las clínicas IVI ofrecen soluciones pensadas para varios proyectos; para dar el paso hacia la maternidad sin pareja tienen una guía gratuita que podrás descargar aquí que contiene la información esencial para ayudarte a tomar la decisión adecuada.
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Además, si tu caso está relacionado con un problema de fertilidad podrás acudir a una visita para que el equipo médico pueda informarte del estado de tu salud reproductiva y de las posibles soluciones. Pide cita aquí
El hecho de sufrir infertilidad, hoy por hoy, sigue siendo visto como una patología menor y como un capricho u obsesión cuando no se puede. De ahí que muy a menudo se diga que ser madre es un deseo y no un derecho y a partir de ese no derecho se aconseje y se hable de “conformarse, aceptar y vivir una vida sin hijos” desde la ignorancia y el egoísmo de aquellos que lo dicen.
Todo esto no ayuda, sino que hace que la infertilidad no alcance solo a lo físico y se traslade también al ámbito emocional. Una vida sin hijos puede ser plena pero siempre respetando el lenguaje para que no se interprete como algo negativo.