Madres solteras que lo eligen, ¡ahí queda eso!, que dirían algunos. Hemos pasado de esconder al hijo nacido fuera del matrimonio, a decidir como mujeres una maternidad en solitario.
Dicen que somos valientes, seguras, emocionalmente estables, trabajadoras, luchadoras... Yo simplemente digo que somos mujeres y madres. Y es que ser mujer y madre, o simplemente mujer, en este siglo conlleva muchos adjetivos de los arriba descritos.
La mujer es ya otra cosa. La mujer está aprendiendo a perder sus miedos, la mujer comienza a valorarse y a no dejarse minusvalorar, a quererse sobre todo a sí misma, a saber lo que es la autoestima, a dejar de ser perfeccionista, a ser independiente…
Rosa Maestro @rmaestrom @Masola_Org
Y como consecuencia de esto y de mucho más somos muchas las que hemos elegido nuestra vida, y nuestra familia. Mujeres, madres, solteras; mujeres sin igual, madres sin igual, solteras sin igual… Aquí sus historias, historias que todas comienzan con eso de…”yo tenía claro no, clarísimo, desde siempre, que quería ser madre…”
“Yo siempre he querido ser madre, y también he sabido que por mi enfermedad, hereditaria, tendría que ser por reproducción asistida. Tuve que optar por la donación de embriones. Y como estoy soltera, puestos a renunciar a la genética , decidí ese tratamiento. He tenido mucha suerte porque me quedé a la primera y solo me pusieron un embrión, que es mi pequeña princesa”, comenta Marta.
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“Soy muy joven tengo 30 años. En mi casa se lo tomaron muy bien siempre me apoyaron, y cuando dí el gran paso mi madre reculó un poquito, pero se le pasó enseguida. Fui yo sola a la clínica excepto cuando me pusieron a Lucia, aquí vino mi madre que, incrédula, decía que sería imposible quedarme embarazada, y mira se ve que fue por eso, para llevarle la contraria”, nos trasmite Julia.
“Todos muy emocionados con la noticia. (Soy la pequeña de cuatro hermanas y creo que eso también tiene que ver). Mi caso fue muy rápido. Un viernes 26 de abril fui a la clínica de reproducción asistida.
Me informaron y dijeron de empezar con la siguiente regla. Pues bien 29 de abril me vino la regla, fui a un par de controles, el 17 de mayo me hicieron la transferencia y nuevamente el 29 fui a la beta, positiva. Así que en menos de un mes estaba embarazada”, añade Patricia.
Ámparo también nos cuenta su historia: “Yo tenía clarísimo, desde siempre, que sería madre. El tiempo fue pasando (soy la mayor de cinco hermanos). Mis hermanas fueron madres, las dos con pareja. Dos niños cada una. Yo no conocí a nadie, en ese tiempo, con el que fundar una familia. Pero a los 37 ya me dije que no esperaba más, que si no aparecía nadie, lo haría sola. Y así lo hice.
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Cuando me llamaron para la primera cita ya había cumplido 38 y pasé directamente a lista de espera para FIV (Fecundación in Vitro). Estuve esperando casi un año (lo hice por la Sanidad Pública, en Mallorca). Me quedé a la primera, y tuve a mi hija cuatro días antes de cumplir los 40”, dice María Antonia.
Rosa nos dice: “Una de las cosas que me frenaba era la de ausencia de padre. No por mí, sino por mi hija, no sé en qué grado la podría o la podrá afectar. He contado con todo el apoyo de mi familia, y están todos volcados con mi chiquitina.
Sé que cariño no le va a faltar. Amigos lo supieron muy poquitos, pero el apoyo también fue total. Y cuando empecé el proceso, en el trabajo también los tuve de mi lado, sin juzgarme y ayudándome muchísimo”.
“Te diría que, desde que tengo uso de razón, he querido ser madre. De adolescente fantaseaba con casarme a los 25, tener tres ó cuatro hijos, un buen marido, un buen trabajo…Supongo que nos pasa a muchas, pero la realidad es bien diferente.
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A los 21 años acabé mis estudios, 11 días antes de cumplir los 22 empezaba mi actividad como autónomo. Los primeros años me dediqué en cuerpo y alma a mi trabajo, tampoco he sido una persona de salir mucho de fiesta, con lo cual no me dediqué a tener ningún relación seria…Los años iban pasando, conocía a chicos, pero nada”, añade Gemma María.
“Desde que tengo uso de razón siempre he querido ser madre, de hecho cuando en el colegio me preguntaban qué quería ser de mayor, yo respondía: mamá. Lo tenía tan claro que incluso inconscientemente fui preparando mi vida para ese momento, buscando un trabajo con un buen horario que me permita tener las tardes libres y una casa a diez minutos de la oficina para no perder tiempo en traslados y atascos.
He conocido a hombres maravillosos en mi vida; pero tenían otras prioridades en su vida y, educada en el catolicismo, esperé y esperé; pero el padre de mis hijos debe ser un señor muy ocupado que aún no ha dado señales de vida.
El caso es que, a mis 36 años, he decidido no esperar más. He pasado un tiempo, bastante tiempo con fuertes conflictos morales por mi educación; pero pasado un tiempo de meditación he llegado a la conclusión de que no estoy haciendo nada malo”, afirma Rosalía.
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“Tengo 37 años y soy madre soltera de una peque de 18 meses. Tomé esta decisión porque tenía muy claro que a este mundo había venido a traer descendencia y desde muy jovencita no creía en príncipes azules y siempre decía que no me importaba ser madre soltera.
No he sido muy afortunada en el amor y una vez que llegué a una estabilidad (trabajo fijo, piso propio, coche, etc…) y habiendo sufrido en mis carnes varias historias de infidelidades opté por un tratamiento de reproducción asistida”, dice Carmen.
“Tengo un hiño de dos años y medio, gracias a una inseminación artificial con donante. Lo tuve con 35 años después de varias decepciones amorosas, cuando decidí que no quería tener un hijo a medias con nadie.
No sé por qué tomé esa decisión porque no conocía a nadie que niguna otra mujer que se hubiera inseminado, ni sabía en qué consistía el proceso. Pero tenía esa idea en mente desde siempre y de repente un día sentí que tenía que hacerlo ya y es la mejor decisión de mi vida..”, termina diciendo Teresa.