Ser madre soltera por adopción no es misión imposible

Mi historia empieza cuando tenía unos 23 años, estaba regresando de mis clases universitarias y mientras estaba en el metro, de repente la idea de ser madre se plantó en mi cabeza como un plan a futuro (lejano en ese momento).

No tenía claro si sería con pareja pero si estuve muy segura de que lo sería. Me imaginé como madre de adopción… pero ya se vería.

Hasta 10 años más tarde, después de haber viajado y superado algunos golpes de la vida, cuando ya me parecía que tenía una posición estable empecé a interesarme por la adopción.

La verdad es que siempre tuve en mi cabeza India como origen de mi maternidad y, aunque no llegué a contactar con fuentes oficiales de adopción internacional, parecía que las madres solteras lo teníamos muy difícil en ese país debido a que no era el gobierno quien hacía las asignaciones en ese momento.

Las clínicas de fertilidad nunca habían estado en mis planes, pero empecé a planteármelo… Fue entonces cuando una visita de una buena amiga en Madrid me cambió la vida. Tomándonos algo en una terraza me contó que estaba en medio de una IA (Inseminación Artificial)  y con la charla me animé a investigar (tras haberla preguntado a ella por precios, miedos, pruebas,…).

No fue fácil, porque al empezar los procedimientos me detectaron una pequeña endometriosis que hacía que mis óvulos tuviesen más edad de la que sentía mi cuerpo, pero después de varios intentos llegó un embarazo maravilloso y mi primer hijo.

Estando embarazada ya sabía que intentaría darle un hermano, pero por aquellas fechas la adopción se había esfumado como opción.

Los intentos del segundo embarazo no llegaron a buen puerto (con aborto incluido), pero mientras estaba en esa última beta-espera, volvió a mi cabeza mi primer plan A: la adopción en India.

Descubrí en ese momento que las asignaciones habían pasado a manos del gobierno y las solteras ya teníamos igual de oportunidades.