El hombre también tiene reloj biológico. Es popularmente sabido lo importante que es la edad en la mujer para la concepción de los hijos, sin embargo, recientes evidencias científicas confirman que el hombre también tiene reloj biológico, y aunque en menor medida, su edad avanzada también afecta a la fertilidad y a la gestación de los hijos.
“Aunque la fábrica de espermatozoides (espermatogénesis), sigue funcionando a lo largo de la vida del hombre, la capacidad de sus gametos va declinando, lo que puede llevar a la dificultad en conseguir una gestación, incluso al nacimiento de un niño con algún tipo de patología”, afirma Ana Segura, andróloga de la Unidad de Reproducción Vistahermosa, clínica de fertilidad del Grupo UR en Alicante.
La doctora señala que en el estudio del hombre no sólo son importantes los datos que aporta un seminograma convencional –recuento, movilidad, morfología y vitalidad espermática-, sino que se realizan sofisticadas técnicas de laboratorio que nos ayudan a realizar una valoración completa de la capacidad fecundante del espermatozoide. Podemos decir entonces que el hombre también tiene reloj biológico.
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La andróloga de la UR Vistahermosa puntualiza que “en progenitores añosos, cuando alguna de estas pruebas confirma la presencia de alteraciones, es fundamental la realización de un PGT-A (análisis genético), para el estudio genético de los embriones resultantes de una fecundación in vitro (FIV), y seleccionar los que estén sanos para transferirlos al útero materno, con el objetivo de conseguir un embarazo evolutivo y tener un bebé sano en casa.
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El envejecimiento del sistema reproductivo masculino puede producir cambios en el seminograma y causar lesiones en los espermatozoides por edad avanzada. “Sabemos que los varones a partir de los 45 años tienen más riesgo de tener alteraciones cromosómicas, lo que conlleva una mayor tasa de abortos”, asegura el doctor Joaquín Rueda, director de la Unidad de Genética del Grupo Internacional de Reproducción UR.
Identificado el factor masculino afectado mediante un estudio de FISH, los genetistas aplican el PGT-A, analizando los cromosomas de cada uno de los embriones a través de la potente y novedosa tecnología de secuencia masiva que permite seleccionar los embriones cromosómicamente normales y aumentar las tasas de embarazo.
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Para saber si una muestra de semen es válida para un tratamiento de reproducción asistida es necesario determinar su calidad en función de su concentración, movilidad y morfología.
“Realizamos un estudio exhaustivo del semen mediante FHIS de espermatozoides y la fermentación de DNA, y si alguna de estas pruebas sale alterada llevamos a cabo técnicas de diagnóstico como MACS, que permite la selección precisa de los espermatozoides. Con este proceso podemos dar a nuestras pacientes la oportunidad de analizar genéticamente los embriones y de esa manera transferir al útero los que morfológicamente sean normales”, explica Juan Manuel Moreno, director de Laboratorio de Embriología del Grupo UR.