“Mi nombre es Rosa, soy madre soltera por elección y la fundadora de www.masola.org, una web que en fundé en 2008 como apoyo a otras muchas mujeres que se encuentren en la misma tesitura en la que yo estuve 2002 y que, tomen la decisión que tomen, lo hagan con la seguridad de que eso es lo que quieren.
De siempre supe que deseaba ser madre, pero también de siempre supe que no quería que fuese algo inmediato. Antes estaban mis estudios, el trabajo, los viajes, la profesión.
Con éstas me dieron los 38 años y con un importante historial de relaciones fallidas a mis espaldas, unas buenas y otras no tanto.
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Rota mi última relación y tras varios años dándole vueltas a eso de la maternidad en solitario – ya me lo decía mi abuela que era muy sabia y adelantada para su tiempo: “hija tú vete a un sitio de esos y traételo puesto” – decidí un mes de octubre de 2002 quedarme embarazada por IAD (Inseminación Artificial con un Donante) de mi primera hija, Alba.
Estaba claro, el orden de los factores no altera el producto – que ahora pienso que por algo fue lo único que entendí de mis clases de matemáticas -.
Antes mujeres como yo tenían que recurrir a engañar a un hombre, en muchos casos pasar por la vicaría y en muchos otros por un divorcio.
Yo creo que tener un hijo tiene que ser una decisión muy meditada, quizá nosotras lo meditamos en exceso ( y quizá por eso ya embarazada la pregunta que más me molestaba era la de ¿pero te lo has pensado bien?) y que un hijo tiene que ser cuestión de dos.
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Por eso mi ética me decía que no era de proceder engañar a un hombre – si luchamos por nuestros derechos, también tenemos que hacerlo por nuestras obligaciones -, pero esto corresponde a mi ética, que no pretende juzgar a nadie que haya decidido ser madre de la forma que sea.
Y evidentemente fue una cuestión de dos porque tanto el donante como yo estuvimos de acuerdo en ello.
Tuve suerte, mucha suerte, porque me quedé embarazada en el primer intento.
Ahora creo que dada mi edad encontré un trébol de cuatro hojas. También ayudó la tranquilidad, seguridad y convencimiento con el que acudí a la clínica, pienso. Nueve meses más tarde, Alba estaba en el mundo. Sinceramente, fue tanta la felicidad durante mi embarazo y mi maternidad que no eché en falta a nadie.
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Imagino que es porque se echa de menos lo que se tiene y desaparece, pero no lo que no se tiene. Y eso mismo pensé sobre mi hija, que no podría echar de menos a alguien que nunca tuvo.
Sí, evidentemente con el tiempo surgen incógnitas, la curiosidad…
Y otras las que más esperaba aún no aparecieron, porque también pensé que en mí surgiría esa curiosidad por saber del aspecto físico de su padre biológico, y sin embargo, a fecha de hoy no se ha manifestado ni el más mínima atisbo de ella.
No necesito saber, pero si en algún momento la Ley cambiase y se pudiese saber, tampoco tendría inconveniente en saber, se trata solo de una cuestión de curiosidad.
En el día a día, por supuesto que un ingreso más en la familia sería importante y por supuesto, que la vida emocional sigue ahí.
¿Quién no quiere volver a vivir una bonita historia de amor, y hasta dos, y por qué no, si son tres en lo que nos queda, mejor que mejor? Pero tampoco hay que renunciar a ello, ni a una misma.
Tampoco pasa nada si no llega. Hemos ensalzado en exceso la vida en pareja, la vida con hijos, las relaciones sexuales y todo aquello que nos supeditaba emocionalmente al hombre en esa sociedad patriarcal y paternalista.
La vida sola puede ser tan intensa y maravillosa como lo puede ser en pareja.
Ser madre, sin pareja o con ella, no significa que los “otros” desaparezcan de la faz de la tierra.
Tiene una ventaja, las relaciones se ven desde otro prisma, mucho más tranquilo, porque el reloj biológico ya no acecha y si el “otro” quiere o no, tiene o no hijos, deja de ser importante, y las historias de amor son, incluso si cabe, hasta mejores.
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Como todo en la vida, la maternidad en solitario por decisión propia no deja de ser una opción más de vida que conlleva sus pros y sus contras y que cada uno tiene que valorar acorde a sí mismo.
Cuando Alba nació hubo mucha gente que me dijo: ¡Qué valiente! Y eso era algo que no entendía. ¿Por qué valiente?, ¿por tener un hijo? Entonces la inmensa mayoría de las mujeres tendrían que ser valientes por tener un hijo. Ah! ¿Por tenerlo sola?
Si el mundo está repleto de mujeres que crían solas a sus hijos, y en esto me refiero tanto al Primer Mundo como al Tercer Mundo. ¿Por atreverme socialmente con una familia monoparental?
Pero si desde que el mundo es mundo han existido las familias monoparentales, sobre todo cuando el hombre se marchaba a la guerra para poner a prueba su valor y lo que ponía a prueba era la paciencia y coraje de la mujer que terminaba sacando a toda una prole de hijos ella sola.
Con el tiempo lo entendí. Llevaban razón. Fuí valiente, soy valiente. Pero lo soy porque he sido capaz de tener un deseo, de tener un sueño y luchar por él, luchar por conseguirlo, sin tener en cuenta lo que opinen los demás, porque como dice la canción, lo que opinen los demás está demás.
De igual modo que son valientes las mujeres que por decisión propia deciden no tener hijos, haciendo caso omiso a eso de que “una mujer no se realiza cuando no tiene hijos o que todas las mujeres tienen un instinto maternal”.
Yo, personalmente me siento privilegiada por estar segura de mi decisión, por no haberme arrepentido ni un solo instante de ello y sobre todo, por sentirme orgullosa – por qué no decirlo – de mí misma y de mi hija.
Y aquí estoy con mi preciosa hija. Una niña como la de cualquier otro modelo de familia, sea la tradicional, sea de una pareja de homosexuales, o sea como sea…
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Una niña que, claro, tiene sus frustracciones y sus confusiones como cualquier otra niña de su edad y que es feliz en una sociedad en la que aún una parte de ella se empeña en decir que es diferente, aunque ella grite a los cuatro vientos con un gran sonrisa “soy feliz”.
Una niña como cualquier otra, ni mejor ni peor; o quizá no, porque mi hija, como otros muchos niños crecen en la solidaridad, en la tolerancia, en la empatia, y en otros muchos valores que hoy en día muchos de los que nos gobiernan o de los que nos quieren gobernar se han empañado en tachar de la ciudadanía.
Luego llegó Nabila, después de cinco largos años de espera y de varios tratamientos de fertilidad, entre intento de adopción y adopción, que dieron siempre negativo porque mis óvulos habían envejecido.
Después de un largo recorrido de cinco años en un proceso interminable de adopción como monoparental, desembarque un buen día en un país para mí tan mío como España, lista para emprender la adopción de la que hoy es mi preciosa segunda hija, Luna.
Una experiencia nueva, diferente pero con algo común a la anterior: la ilusión por volver a ser madre y el valor por intentar hacer realidad mis sueños. Y lo conseguí.
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Desde aquí quiero contar a todas vosotras, las que hoy estáis delante del espejo llenas de dudas, que rompáis el espejo; a las que ya estáis sumidas en ese vaivén hormonal, que el sí está por delante; a las que con uno o varios negativos en vuestra historia, que segundas, terceras, cuartas, o quintas oportunidades siempre fueron buenas;
…a aquellas a las que sus óvulos ya no les responden, que unos meses de duelo para despedirse de ellos y bravo por la ciencia que nos ofrece la donación de óvulos y la adopción de embriones.… y si a pesar de todo esto aún deseas cerrar este capítulo de tu vida para más tarde, no te olvides que tus óvulos pueden ser vitrificados y ser madre más tarde.
En 2012 escribí el cuento "Cloe quiere ser mamá" dirigido a todas aquellas madres solteras por elección que desean contarles a sus hijos su maravillosa forma de llegar al mundo. El pasado mes de octubre el libro se publicón en inglés "Chloe wants to be a mother" --- (Ambos se pueden adquirir a través de Amazon). Para 2014 verá la luz "Nora y Zoe quieren ser mamás", otro cuento infantil de la misma colección, "Familias del Mundo", en esta ocasión dirigido a los hijos de las parejas de mujeres, a dos mamás y una familia.En 2016, vio La Luz "Lucía y el cofre mágico de la familia", un precioso cuento en el que la donación de óvulos se hace visible como una maravillosa y natura forma de venir al mundo.
Cuentos infantiles con los que poder contar a nuestros hijos su reproducción asistida: ¿Cómo puedes compraros? Hablo detalladamente de ellos en mi web www.masola.org y puedes pedírmelos a través del email: masola.org@gmail.com