“Fui madre soltera porque así lo elegí llegado un determinado momento de mi vida. Me costó tomar la decisión por toda esa educación y socialización basada en un mundo en pareja y en pareja heterosexual, por lo que busque al padre de mis hijos hasta que el reloj biológico me dijo que ya no más. En aquellos momentos no comprendí que el verdadero problema de una familia monomanrental o monoparental no era ese, sino la nula conciliación de la vida familiar con la personal”.
“Cuando nacieron mis hijos – tuve gemelos- yo tenía un buen puesto de trabajo. Había esperado además a poder tener asegurado el puesto para poder ser madre. Los dos primeros años pese a la ayuda de mis padres como no quería que se convirtiese en abuso porque además a las madres solteras que lo elegimos nos castigan mucho socialmente por pedir ayuda ya que se supone que nosotras nos lo hemos buscado…., esos dos primeros años contraté a una persona interna y la reducción de los ingresos fue importante. Tan solo me quedó para comer y pagar los gastos habituales que eran bastantes. Eso generó un agujero en mi economía que me costó remontar y que no lo hice hasta que me busqué un segundo trabajo online.
Con el segundo trabajo todo empezó a mejorar poquito a poquito y a los dos años los gastos también se redujeron un poco al llevarlos a una guardería pública, pero claro mi tiempo con él también se redujo porque trabajaba fuera y también en casa con trabajo remunerado y no remunerado (las labores habituales de la casa y el cuidado de los dos).
Todo mejoró cuando a los tres años los escolaricé en un colegio público… claro que siempre tuve que tirar de las actividades antes y después del colegio y de otra mujer que me ayudase dos días a la semana con la limpieza y la recogida de los niños ya que si yo me reducía de jornada los ingresos mermaban muchísimo y además mi progresión en la empresa también”.
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Las familias monoparentales no pueden conciliar. Como la persona entrevistada si se tiene un hijo (en este caso encima son dos de golpe), aunque la empresa facilite la reducción de jornada son mujeres que no se pueden permitir el lujo de trabajar menos horas porque les penaliza mucho en los ingresos. En este caso, la mujer entrevistada estaba profesionalmente bien situada y pudo comprar los servicios de ayuda, pero generalmente estas familias no pueden, tienen que recurrir a los padres u otros familiares.
Igualmente, la mujer elige ser madre soltera y eso hace que prevea la infraestructura que va a necesitar en cierto modo, pero muchas familias monoparentales lo son por las circunstancias o el abandono y eso ocasiona que bordeen el índice de la pobreza no solo económica sino también emocional. Aun así la llegada de dos de golpe y las pocas ayudas y servicios habilitados para ello hacen que su situación llegue a ser en momentos muy crítica.
“Tonta de mí porque creí que la no reducción de jornada – porque no tuve otra – no afectaría a mi progresión, pero sí que afectó… el hecho de ser madre y sola hizo que no contasen conmigo pese a mi capacidad y mi preparación para proyectos importantes. Dieron por hecho sin preguntar que yo no podría. Creí erróneamente que al estar presente cien por cien en mi vida laboral me permitirían progresar y mejorar mi economía. Como no fue así por eso tuve que recurrir al segundo trabajo que realizaba desde mi casa. Al tener como profesión periodista pude dedicarme a llevar las redes sociales de otras empresas y crear mi pequeña empresa que tuve que dar de alta y que fiscalmente he sido tremendamente castigada así como pequeño autónomo.”
Para las empresas, hoy en día, ser madre sigue penalizando; simplemente el hecho de ser madre. No se cuestionan nada más. Cuando una mujer decide tener un hijo ya se considera nula empresarialmente en la mayoría de las ocasiones, cosa que no ocurre en ellos. Muchas de ellas recurren al segundo trabajo con lo cual le resta tiempo a los cuidados. De ahí que muchos menores se críen solos, lo que se viene a llamar niños llaveros, porque pasan la mayor parte del día solos en sus casas o al cuidado de hermanos mayores.
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¿Por qué ocurre esto? Porque son las mujeres las que se decidan más a los cuidados familiares… las encargadas de acudir a las tutorías escolares, médicos, actividades extraescolares, y las encargadas de apoyar a los hijos con esa sobrecarga de deberes en casa (la educación ha depositado igualmente en las madres una responsabilidad que no les compete abusando del hecho que muchas de ellas son hoy en día mujeres preparadas).
Son pocos todavía los padres que se han incorporado a estas labores no remuneradas, que se han incorporado a los cuidados familiares. También son las que en mayoría reducen sus jornadas laborales – cuando pueden – en pro de la familia, lo que además les penaliza y castiga a futuro en sus pensiones por no haber cotizado al cien por ciento.
Y no solo eso, sino que además ni durante ni después de haber criado a sus hijos son consideradas por la empresa como antes. Su profesionalidad se cuestiona por el simple hecho de ser madre. La maternidad sigue siendo asociada por un menor interés en la profesión, en el mundo laboral. Incomprensible que eso no ocurra en el hombre cuando es padre, momento en el que precisamente la empresa asocia a mayor estabilidad emocional, mayor interés y capacidad laboral en ellos.
“Igualmente, como madre soltera, aunque también le ocurre a las madres en pareja, me encontré con momentos críticos… picos de trabajo, diferentes momentos de enfermedad de mis hijos, vacaciones escolares que no laborales… en las que tuve que echar mano de mis padres, de los abuelos. Sin ellos, no hubiese podido”.
España es un país que basa su conciliación en sus mayores. Son los abuelos los que en la mayoría de los casos se encargan de los cuidados cuando los padres no pueden pagar estos servicios, cosa que se incrementó con la llegada de la crisis en 2008.
Es tan escasa la preocupación por la educación de nuestros menores, la conciliación o los cuidados…, que cuando un menor se pone enfermo, los padres no tienen permiso remunerado y en muchas ocasiones tampoco sin remunerar para acompañar al menor a la consulta médica, para poder permanecer con él en el hospital, etc…; muchas vacaciones escolares no coinciden con las laborales, etc…, o simplemente familias que no pueden pagar las actividades extraescolares para que permanezcan escolarizados más tiempo o los servicios de comedores.
Son los abuelos quienes suplen en todas estas ocasiones a los padres, sacrificando sus últimos años en ayudar a los hijos. El Estados es conocedor de ello y ha depositado en ellos un trabajo no remunerado.
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“Todo esto ha llevado a una falta de cuidado en mi persona, comer sin sentido, descuidar mi salud, sentir baja mi autoestima, tener un nivel de estrés muy elevado, sentimientos de abandono, de discriminación y de rabia y enfado porque mi modelos familiar está aún más discriminado en cuanto a conciliación y ayudas que otros modelos familiares”
Cuando el periodo de crianza acaba y llega la adolescencia, el estrés se incrementa de forma considerable en algunas de estas familias, en otras no porque son las propias madres las que han educado a sus hijos en la ayuda familiar. Resulta que los hijos de estos modelos familiares son en muchas ocasiones más empáticos, solidarios y tolerantes que los de las familias clásicas pese a la difamación que a menudo sufren por pertenecer a este modelo familiar. Aun así, cuando el periodo de crianza finaliza estas mujeres se encuentran sumidas en un periodo de autodestrucción del que difícilmente pueden salir.
En España las políticas económicas, sociales y fiscales, están solamente dirigidas al modelo de familia clásico y numeroso; para familias numerosas existe una Ley desde 1961 que las protege en mayor o menor medida pero las familias monoparentales se encuentran sin apoyo alguno y son constantemente discriminadas en las políticas… no tienen apoyos económicos, de servicios, sociales… y existe una gran diferencia entre unas y otras.
Por poner algunos ejemplos decir que las familias clásicas adquieren la categoría de numerosa cuando tienen tres o más hijos y las familias monoparentales con dos hijos no lo son, cuando a las primeras les corresponde hijo y medio por progenitor y a las segundas dos hijos por progenitor. Otra discriminación es la fiscal… en el tramo nacional las familias clásicas se desgravan 3.450 euros por hijo, mientras que las monoparentales solamente 2.150 euros por hijo…