Me llamo Susana García. Tengo un hijo de 14 años que vive conmigo, lo he criado prácticamente sola. No tengo ayudas económicas de ningún tipo, siempre que salía algo nuevo a mí ya me pillaba tarde.
Nunca tomé jornada reducida. He trabajado duro, con el único aliento de mi familia y amigos. Me hundí y me levanté, lloré y casi creí morir. Me hice protagonista y responsable de mi vida, de mis decisiones.
Estudié, leí, viví, aprendí y decidí cambiar. Cambiar yo, cambiar mis pensamientos y emociones y, así, cambiar mi entorno. Cambié de profesión, utilizando lo aprendido y vivido.
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Emprendí un negocio, salí de mi zona de confort y todavía lucho por él, que es mi sueño, cada día. Creé una buena y próspera relación con el padre de mi hijo, entre él y yo, entre él y nuestro hijo, entre los hermanos.
Entendí cuánto podía hacer en lugar de sentarme a esperar que otros hagan, que otros cambien. Sumé en vez de restar. Pedí en lugar de exigir. Asentí a la vida en lugar de ir contra ella. Me miré y me sentí satisfecha. Actué en lugar de quejarme.
Ahora estoy aquí para compartir contigo, si quieres. Para ayudarte a averiguar otros caminos, cuestionarte lo establecido, encontrar alternativas.
Una pregunta que siempre llevo conmigo es: ¿quieres ser feliz o tener razón? Me la hizo una de mis maestras, la utilizo para mí, para mis alumnos, para mis clientes, para mis amigos.
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Me parece una gran pregunta. Parece fácil de responder, ¿cierto? Sólo lo parece.
Reconozco esa sensación en la que nos metemos, cuando creemos que estamos en posesión de la verdad absoluta y en ese empeño de hacer demostraciones olvidamos ser felices, nuestra felicidad y la de nuestros hijos.
Y se bien esa sensación, porque en ocasiones, todavía, me asalta. También es cierto que muchas otras, me coloco en otra posición.
Puedes vivir cada día maldiciendo al hombre o la mujer que es padre o madre de tus hijos. Puedes hacerlo, si. Pregúntate, ¿qué te aporta a ti?, ¿y a tus hijos?, ¿Qué emociones te embargan en esa situación: rencor, rabia, frustración,…?
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Son emociones lícitas, incluso existirán casos que muy lícitas. Ahora bien, enfócate: ¿son emociones que tienen que ver con el vínculo de él o ella con tus hijos?, ¿o son emociones que se quedaron enquistadas en vuestra relación?
He escuchado a varios padres que viven separados que me dicen cosas como: “es una gran persona”, “un padre estupendo”, “ella está muy pendiente sobre qué les sucede”,… ¿te extraña?, pues existen.
También he oído decir a otras: “realmente están mejor con él o con ella en este momento”. Son personas que por unas u otras razones no conviven, aunque tienen algo muy claro: son bastante conscientes de quiénes han sido ellos y con quiénes eligieron traer al mundo a sus vástagos.
Al igual que el desconocimiento de la ley no te exime de cumplirla, la inconsciencia no te exime de vivir las consecuencias.
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Nuestra vida es el resultado de nuestras elecciones, si no nos gusta, simplemente necesitamos hacer elecciones distintas. Eso, lleva implícito algo muy importante, tomar acciones concretas, cambiar.
Cuando sabemos que somos los creadores de nuestra realidad, ya no existen las excusas para permanecer anclados en la queja.